Los medios se lectura lo que tienen de bueno es el ser diferentes.
La computadora, desde sus inicio intenta mejorar lo que ya se hacía antes, de maneras "rústicas", hoy, también se pude sentar en un sillón a leer lo que se obtiene de Internet, mediante un dispositivo llamado e-reader.
Sin embargo, también existirá la posibilidad de tener una réplica de ese libro en papel, en 3 dimensiones en nuestra falda, con todo el aspecto de su original.
Lo que se debe aprender, creo, es que no hay que subestimar la tecnología, y por otra parte, los árboles no serán eternos.
Creo que hay una diferencia entre el "medio" y su contenido, con el tiempo se ha relacionado los dos conceptos, una lectora como yo le tiene "cariño a los libros", por lo que ello significó en la formación de la persona y parte del rito de leer es acariciar el libro, sentir la tersura del papel, su grosor, llenarse los ojos del elemento y por carácter transitivo, enamorarse.
Sin embargo, habrá un tiempo que todo ese rito dejará de ser exclusivo del libro, sobre todo a las generaciones que vienen, que con tantas otras opciones, aprenderán a "acariciar" teclas, tocar la tersura de botones.
Lo verdaderamente importante, más allá de la sensualidad del medio es, me temo, la comprensión del texto, la lectura misma, los contenidos, y sobre todo: la realidad que te golpea, los jóvenes no están incentivados para leer, ni los alientan en sus casas, ni en la escuela.
He visto que hay padres que "les dicen" a sus hijos que deben leer, o en la escuelas les anotan lo que deben leer, aduciendo condiciones económicas, recurren al reducido apunte, o ni a eso y no les compran libros como si creyeran que “algo” mágico depositará un libro en sus casa y además el joven lo leerá, por puro arte. Se desentienden, dejando al azar ese acto de incentivar la lectura como si fuera a ocurrir por sólo desearlo.
Conozco gente recibida de carreras universitarias que no han leído un libro en toda la carrera, estudiaron de apuntes, esos procesos masticados, oportunos y reducidos que les ofrecen la posibilidad de llegar al título con la mayor de las comodidades y luego de obtenerlo, creer que no tendrá que volver a leer nunca más, o se acostumbran al producto masticado: buscándolo ahora en Internet, en vez de recurrir a la librería o biblioteca a gozar de investigar o simplemente leer.
No saben lo que se pierden, y eso, creo, no tiene nada que ver con el “medio”, el papel, el libro, la computadora, el e-reader, tiene que ver con educación, tiene que ver con que la mayoría no está educada a su vez para circular libros, leerlos, discutir sus contenidos, como sí se discuten los contenidos de Internet o de ciertos programas de tv.
Todos los medios se asombran de cierto rating de cierto programa, pero nunca vi que esos mismos medios tengan una sección para discutir sobre argumentos de libros o sobre análisis literarios, como dije: los mismos que se asombran creen que vendrá algo mágico y colocará en las personas lo necesario para incentivar la lectura, se desentienden, como los padres, como la escuela, y encima, con su asombro no se sienten que forman parte del problema y lo agrandan.
Si cada uno no se toma el trabajo de crear el hábito de la lectura en los niños o jóvenes que tienen a cargo, por sí solo no ocurrirá y es parte de la obligada educación de la “casa”, no se pude dejar al azar o a la escuela un acto tan importante, como tampoco se puede dejar para “después”, en la vida, una edad, un momento, puede no pasar dos veces en toda la vida.
Hay un tiempo para sembrar en los jóvenes y niños, pasado ese momento, es poco probable que se pueda volver atrás.
Detrás de un adulto que no lee, hay un niño desatendido en lo fundamental: su capacidad de formación.
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