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27 Los grandes sucesos dependen de incidentes pequeños.Demóstenes   por   puntoedu
 
 
Arcadia 12/7/2012 | 07:06:11 p.m.  
 
El literario Mefistófeles
Relato, cuento, literatura, literatura latinoamericana, Ana Abregú, escritora argentina.
Tags:
  literatura   Literatura latinoamericana   Ana Abregú   relatos   cuentos de escritores argentinos   escritoras argentinas   metaliteratura   revista literaria
 
Una joven pareja intentó ponerle a su bebé de nombre: Mefistófeles.
Así como dicen que Dios actúa de maneras misteriosas el Malo, produjo una ola de indignación.
Primero, quedó claro que no les dejaron usar el nombre para el bebé, lo cual revela que el apoyo para proteger la marca del Malo, está en buenas manos, en manos estatales.
Luego, la situación revela la idea que el nombre decanta en la persona. Se piensa, dicen, murmuran que con ese nombre, se tiene asegurado el crecimiento de cuernos, pezuñas, quizás, aliento mercurial, quién sabe, un ser extraño, exitoso en maldades.
O peor, que no se note nada de eso, pero que esté contenido en esencia.
No faltó el que dijo alguna barbaridad, comparando este nombre con el de Hitler, hay gente que bautizó a su hijo Adolff e incluso Hitler, encontrando menor pecado éste último.
Teniendo en cuenta que es dudosa la existencia de Mefistófeles, y que Hitler fue real, la disminución en el sentido de peor personaje revela que la imaginación literaria tiene más prensa y mejor prestigio que la trágica realidad.
Adoff Hitler, pudo usar este argumento a favor, en vez de suicidarse o desaparecer, como se quiera suponer. Cosa que no se descarta que pase con sus seguidores vivos.
Lo que parece claro es que la oficina donde Mefistófeles tiene sucursal, el registro civil, no permitirá el uso de la marca sin presentar batalla. Por ahora se negaron a registrar el nombre para el niño, nadie se atreve a decidir si es legal, locura, o lo que sea, no de parte de los padres, que ya están cuestionados por ello, sino de los empleados que no se sabe bien qué intereses protege, pues no es ilegal nombrar al hijo con el nombre que los padres deseen.
Los del cuarto Reich no supieron untar bien ciertas manos, porque Hitler está a la orden del día, pero Mefistófeles tiene persona más eficiente y mejores escritores que lo publicitan con tantos buenos recursos que es más importante que el tal Hitler.
Luego de este suceso, por las dudas, hay que abstenerse de pensar en nombres como Mefistófeles, que a propósito quiere decir algo así como iluminado, Luzbel, Lucifer, Santán, y tantos sinónimos del Malo.
Mejor intentarlo con Hitler que tiene el éxito garantizado, aunque en opinión de muchos, éste colectó más almas que el otro. El otro es pura literatura.
En el fondo, lo que hay que observar es a esos padres, si desde bebe quieren signarlo, qué es lo que tendrán en mente e intenciones para la vida del niño.
Cabría preguntarse más bien, qué destino le espera al niño, cuando con una aviesa intención, los padres lo nombran con un nombre tan maldito. Entre Hitler, Fausto, Mefistófeles, Judas; lo extraño es que los literarios, menos Hitler que fue real, cargan un mayor negativismo.
Hay algunos, menos controvertidos, pero de prensa dudosa, Attila, Narciso, Mao, Eros, Caín, Demian y otros que no tengo presente en este momento o desconozco, algunos de personas reales, otros ficcionales.
En este rubro, las mujeres no tenemos grandes crímenes masivos en la historia, de manera que ni aun cuando usamos Edith o Ruth o Sara, todos nombres que le asignan a la esposa de Lot, aunque su nombre nunca se menciona en la Biblia, creemos que nos convertiremos en sal debido a la mera desobediencia por curiosidad.
Nombres curiosos, pero no fatídicos: Mesalina, en nuestro caso, no es la maldad la que manda, sino el gusto. Ponerle de nombre Petronila a una niña, sería considerado un acto de desprecio hacia la niña, y sería evidencia del odio de su madre hacia ella; aunque nunca se sabe, la moda nos da sorpresas y un día sea considerado top.
En la era de la ambigüedad de las palabras, los nombres malditos son puro significado.
 

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Este obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.

Ana Abregú.

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