Parece fácil hacer huevos revueltos, pero no lo es, por alguna razón la cocción de la yema y el huevo no parece equilibrada.
El asunto es controlar uno y otro. Es decir, un método que nos permita regular la cocción de cada elemento a gusto.
He aquí mi receta:
Separar el huevo de la clara. Sí, separarlos, la mayoría los coloca juntos en la sartén.
También encuentro algunos que dicen que odian las recetas que separan el huevo de la clara, como si fuera difícil, no lo es: cascas el huevo y lo vuelcas dentro de un vaso convoca suficiente para que entre una cuchara de sopa, tomas la yema con la cuchara y despacito, verás que la clara “suelta” el huevo y ya tienes separada la clara del huevo.
Con un tenedor, batir la clara levemente, no hay que esmerarse es sólo para romperla un poco.
En la sartén caliente derretís un poco de manteca, cuando esté líquida, agregas la clara, removiendo constantemente con cuchara de madera.
No dejar de desprender lo que se vaya pegando, cuando la clara tenga color blanco y consistencia que te guste, agregas la yema, seguís revolviendo hasta que tome la consistencia que te gusta.
Recién cuando lo sacás de la sartén le agregás sal y pimienta a gusto.
Es la mejor forma de conseguir la consistencia perfecta.
Si no sabés cuál es la consistencia que te gusta, probá variedades, hasta encontrarlas, a mi me gusta con la clara cocida y la yema semisólida, cuando está en su amarillo más brillante.
Desayudo perfecto de domingo, es acompañar los huevos revueltos con tostadas, queso blanco, mermelada y jugo de pomelo.
Le agrego un té y el diario y estamos.
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