Me desperté temprano esa mañana, serían las cinco de la madrugada, luego de ducharme y mientras tomaba unos mates redacté una carta más una tarjeta felicitando a mi hermana ya que era el día de su cumpleaños número sesenta y tres.
Ella nació el tres de noviembre de 1947 y actualmente vive en los EE.UU.
Si bien nunca pensó en vivir fuera de la Argentina, la vida se alimenta de imponderables. Cuando nos arrimamos a la vejez, los cumpleaños adquieren una significación diferente, y las emociones sumadas a la distancia no se parecen a lo que sentíamos cuando éramos jóvenes.
No hubiese sido necesario para esto que relato levantarme tan temprano.
El verdadero motivo tenía relación con otro tres de noviembre.
Acomodé mi sillón mirando hacia la calle. A través del ventanal miraba el cielo observando el amanecer.
Mi gata ronroneaba fregándose contra mis piernas, el mate me entibiaba la palma de las manos al tiempo que la “Sinfonía para un nuevo mundo” se adueñaba del entorno…. acariciaba las hojas de las plantas.
Recuerdos y música se acoplaban a la magia de los primeros rayos del sol.
Hurgando en mi memoria volví hacia aquella noche del tres de noviembre de 1957.
Ese día la Unión Soviética festejaba el cuarenta aniversario de la Revolución Bolchevique. Kruschev era por en aquel tiempo el presidente de Rusia y habían resuelto festejar a lo grande.
Eran las épocas de la guerra fría.
La idea de los rusos era enviar al espacio un satélite tripulado con vida terrena. Una perra callejera de la ciudad de Moscú, sería su única tripulante.
Al Satélite le pusieron el nombre de “Sputnik” y a la perra la llamaron “Laika”, (que ladra).
La cápsula pesaba 83 kilos, la perra solo siete, la nave no contenía mecanismo de retorno, el destino estaba sellado.
Volaría a 1600 kilómetros de la Tierra, y la misión duraría algo más de 10 días.
La perra fue preparada debidamente, la intención era ver que efecto producía en los seres vivos este tipo de experiencia.
Muchas de estas explicaciones se hicieron públicas a través de las declaraciones del Dr. Dimitri Matachenco, perteneciente al Instituto de Biomedicina de Moscú.
Laika era alimentada con gelatina. Uno de los primeros efectos fue el incremento del pulso, se hinchó y además pataleaba desesperadamente.
En el desacople del lanzador se sabe que subió mucho la temperatura dentro de la cápsula, a pesar de eso la perra sobrevivió alrededor de siete días.
Un poco después el Sputnik giró hasta consumirse, el 14-8-de 1958.
Se sabe que otros perros fueron enviados al espacio por los rusos con mejor o igual suerte.
Los EE.UU, enviaron en futuras expediciones al espacio monos con los mismos fines, solo recuerdo uno llamado “AM”.
Mientras tanto en Santiago de Chile, corrió el rumor de que Laika había caído con un paracaídas sobre territorio Chileno, en algún barrio de Santiago, y los chilenos la buscaron por toda la ciudad.
La nave antes de desintegrarse, efectuó 2570 vueltas al Planeta.
Muchas de estas verdades que habían sido en su momento secreto de Estado, fueron dadas a conocer al mundo durante el mes de septiembre del año 2002 en sucesivos comunicados.
Estoy recordando ese día tres de noviembre de 1957 en el que después de acompañar a mi hermana en su festejo de cumpleaños, invité a mi perra a la que había bautizado "Nube" a que hiciéramos un paseo por la orilla del río, por aquel tiempo vivíamos en Martínez a un par de cuadras del balneario Anchorena.
Después de caminar un rato, me senté sobre una roca en la playa y “Nube se sentó a mi lado.
Una brisa dulzona soplaba del este y yo aspiraba profundamente esos aromas intensos mirando extasiado tanta inmensidad, la belleza de un cielo cubierto de estrellas mientras buscaba la mía, la que una noche me regalo papá.
Esa es la tuya me dijo, ¿la ves?, y aquella de más allá es la mía, debés cuidarlas, no lo olvides.
Seguramente lo dijo para que yo nunca dejase de mirar el cielo
Laika, estaría muy cerca de esas estrellas.
Esa noche de noviembre, la luna iluminaba la superficie del río, al mismo tiempo que se reflejaba en los ojos de mi perra.
Andre, laplume |