La pareja sin sexo es difícil de sobrellevar, es un árbol seco, una construcción deshabitada.
Seguramente la mayoría de ustedes tendrán diferentes posturas con respecto a este tema, el sexo en la pareja no es una cuestión menor. Personalmente me parece un tema demasiado importante para tomarlo a la ligera.
Pertenezco a los que sostienen que una pareja sin sexo es difícil de sobrellevar. Es una entidad sin vida, una construcción deshabitada.
No pongo en tela de juicio los valores del amor, del respeto o del cariño, ni los que atañen a la consideración debida al ser amado.
Esto es así, tanto es así, que todos estos sentimientos los abrigué en relación a mi madre, mi hermana, tias, primas y amigas, aunque confieso que en ningún momento se me hubiera ocurrido tener sexo con ellas.

El deseo sexual y el ejercicio del mismo, es fundamental en la construcción de la felicidad en la pareja. El mismo momento en que dejés de mirarle la cola a tu mujer, o de extasiarte en la contemplación de sus lolas, habrá algo que no funciona como es debido.
La moralina puritana que heredamos de nuestros ancestros tanos o gallegos, sostenía la teoría de que la esposa (la mía signora), estaba destinada a la función reproductora, nunca para el goce ni el disfrute al que todos tenemos derecho.
Si la querés pasar bien, buscate una amante.
Estos conceptos de condena hacia la mujer me traen a la memoria, en una versión diferente, "la mujer para procrear" y los muchachos (púberes) para el placer.
Entre los italianos era común escuchar de que la esposa era la madre de tus bambinos ¿Es que no te das cuenta que con la misma boca después le va a dar besos a tus hijos?

Con criterio similar aleccionaban a las mujeres, la frase preferida era ¡ojo con lo que permitís que te haga el degenerado de tu marido! que no suponga que esa es la educación que se te dió en esta casa.
Y así era como después nunca terminaban de saber bien cual era el límite exacto de lo que podían hacer sin que el esposo creyera que se casó con una "putana".
El padre de un amigo, en la misma noche de su casamiento y un rato antes de partir de luna de miel, lo llamó en mi presencia, ya que siendo yo su mejor amigo le pareció importante que también escuchara el secreto que no compartiría con personas ajenas, y que a su vez lo había aprendido de su propio padre.
El viejo puso cara de situación como para decir algo trascendental y se despachó en un tono bajo, cosa de resaltar la importancia de lo que estaba a punto de revelar.
“Miren muchachos” dijo, es necesario que tomen muy en cuenta lo que les voy a decir, una esposa, más aún la tuya que es mucho más joven que vos, hay que saber como tratarla, eso significa que debés tener presente desde el primer día que debés hacerle el amor con reticencia, nada de locuras, nada de que todos los días, nada de cosas “raras”, no sea cosa de que se envicie y después se convierta en alguien a quien te va a costar complacer y se busque algo por otro lado.
Lo que no quedó en claro fué sobre si mismo, porque no lo sabría, que era lo tremendamente cornudo en que lo había convertido su adorada esposa.

Ambos asentímos con respeto y manifestamos nuestro agradecimiento a don Antonio por sus "sabios consejos".
Cuándo nos alejamos mi amigo Ernesto con gesto preocupado me preguntó:
-¿Qué te pareció lo de papá?
-¡Muy bueno!, excelente, la experiencia es la experiencia, pero vos si podes “matala”, eso sí, no dejes rastros de sangre.

No me voy a referir aquí a los casos en que la pareja no siente la necesidad del sexo para mantener una relación de afecto y amistad, ni en aquellos casos de gente que ni bien superan los cien años suponen que ya es suficiente.
Por supuesto que el stress y el cansancio son factores a tener en cuenta. Tampoco quiero referirme al sexo sado o perverso, ya que no encuentro cual es el placer de lastimar, o de ser lastimado para conseguir el goce o aumentarlo.
En cuanto al tercero o tercera, sabemos que en la imaginación suelen aparecer, especialmente como ingrediente de excitación, por último el intercambio de parejas, si bien puede ser una fantasía de alto voltaje erótico, no es muy digerible para nuestra cultura.
Quien nunca vió en la pareja de su amigo o de su amiga reflejada esta tentación, que levante la mano y que tire la primera piedra.

Lo que si quiero destacar es que tanto ustedes chicas, como nosotros, debiéramos esforzarnos en mantener viva la llama del sexo, especialmente cuando los años ya no nos favorecen.
Quiero destacar que en los últimos tiempos, veo y trato con mujeres que pasados los sesenta años, desarrollan una sensualidad y una sexualidad que supera en muchos casos a la de una mujer joven.
No me refiero a la belleza producto del quirófano, por el contrario, me refiero a la belleza de la madurez, a la complicidad que se trasluce en la mirada compinche de una mujer que se sabe hembra, que se siente complacida al sentirse codiciada, aquella que se sonroja cuando nos ocupamos por saber las medidas de su talle, o cuando la acompañamos a la lencería y le sugerimos sobre la ropita interior que más nos gusta.
La que se entrega a su hombre, aquel que la ama, que la desea, que la contiene, que está preparado en el momento preciso para brindarle el respeto de "no respetarla",la que no se jode a si misma pensando en lo que dirían sus nietos si la vieran así.
Claro que es un laburo que a veces cuesta, que no siempre se puede. que se hace de a dos.
Pero les aseguro que  vale la pena intentarlo.

Andre, Laplume