Mi relación con el campo tiene que ver en gran parte con su paisaje, con los cielos, con el silencio de los atardeceres, sin embargo mis recuerdos se relacionan más con lo humano y lo social, especialmente con la lucha y la ardua adaptación en “América” de todos esos gringos corridos por la situación en Europa, estragados por guerras, persecuciones y hambrunas. Muchos otros simplemente buscando un nuevo horizonte para encauzar una vida más libre o simplemente menos asfixiante que la que se vivía en sus países de origen.
(Condeno todo tipo de persecución o racismo, pero que esto no nos convierta en idiotas. Tenemos un país grande, hay lugar para que mucha gente con ganas de trabajar y progresar vengan a habitar nuestro suelo, pero todo debe ser en su justa medida).
Con falsos argumentos humanitarios solo consiguen fortalecer la xenofobia, el racismo. Que nadie después se haga el desentendido.
No caigamos en la trampa de contestar a quien pregunta con el más absoluto desparpajo y con una falta de respeto hacia nuestros antepasados “”y vos y tu familia ¿no son inmigrantes””.
Ante esta situación que en estos días se plantea no cabe esta pregunta, y no cabe por que es mal intencionada.
No me quiero extender en explicaciones ya que sería caer justamente en el juego que trato de evitar. Sin embargo no me resulta extraño que surjan estas preguntas en una sociedad que aceptó tantas indignidades sin reaccionar.
Solo voy a decir que siento un gran rechazo por los que están tratando de confundir a la gente, yo no escribo para quedar bien ni siquiera simpático cuando de cosas serias se trata. Si aun pensamos que Argentina debe llegar a ser el país que merece ser, no se debe perder el tiempo tratando de ver cual es la forma más efectiva de fracasar con éxito. Argentina poco tiene que ver con el resto de Sud-América, se trata simplemente de una proximidad geográfica, nada más que eso. Si a eso le agregamos que algunos personajes - de los cuales algunos pululan por Igooh- están argumentando ideas tan poco serias, es porque nuestro sistema educativo fracasó y esto es grave, muy grave, porque resultan funcionales a aquellos que no nos quieren ver crecer y convertirnos en lo que a pesar de todo vamos a llegar a ser.
Nuestros predecesores vinieron a poblar y a colonizar esta tierra. Formaban parte de proyectos y políticas de estado. Muchos gobiernos favorecieron y contribuyeron para hacer posible esta gesta. Los inmigrantes llegaban a esta nueva tierra pa ra forjarse una nueva vida, aportando con su trabajo y con sus conocimientos. Eran fundamentalmente respetuosos y hasta temerosos de las leyes del país. Vi con mis propios ojos el esfuerzo de los italianos, compraban un terrenito y hacían una pieza al fondo del lote donde acopiaban materiales y vivian con su familia mientras construían su casa al frente. Trabajaban afuera todo el día y después de las cinco de la tarde con la ayuda de los hijos y de la mujer preparando el pastón agregaban un ladrillito mas a sus sueños.
Mi padrino era “”tano”” y se bien de que les estoy hablando. Para sacar a crédito una heladera o un televisor el unico requisito era hablar con acento italiano. Es indudable de que ya no debiéramos seguir hablando de estas cosas, entonces por lo que a mi respecta “no les permito a que sigan pudriendo nuestra sociedad con argumentos humanitarios o de la patria grande cuando solo están trabajando en contra del país”. Ustedes serán los culpables de fomentar la xenofobia si no se despiertan a tiempo.
Nuestros mayores legaban a esta tierra tan remota para ellos, sin conocer el idioma ni las costumbres, obligados aquí a remontar una vida, muchos de ellos profesionales y comerciantes que jamás tuvieron el más mínimo contacto con el campo. Esto siempre lo observé con admiración y gran respeto.
Me siento muy identificado al mismo tiempo con los ideales del “cooperativismo” que hizo posible la gesta. Es verdad que los sacrificios que estos gringos hicieron fue inmenso, no había posibilidad de retorno y eso lo tenían por bien sabido.
Estudié y analicé mucho estas cuestiones que me apasionaron desde joven. Creo rotundamente en los valores del cooperativismo acompañado por proyectos serios, fundamentalmente en la importancia de la educación y la vocación por el trabajo.
Quiero agregar que ya lograron convencerme del casamiento entre hombres es una cosa correcta, de que un señor con pene puede ser una señora y que ser un vago con aptitud de engendrar muchos borregos, es un gran negocio, ya que sumando subsidios, les queda más que lo que cobra un bancario.
Tampoco es justo comparar e igualar a todo el mundo, nuestros inmigrantes -los que bajaban de los barcos- eran gente pobre, desplazada, muchos no habían pisado la escuela, pero traían con ellos la educación de papá y mamá, sabían de los valores del trabajo honesto, del sacrificio de cada día. Así se construyó nuestro país, con trabajo y rectitud.
Una vez que nos pongamos de acuerdo en estas cosas fundamentales y dejemos de comparar "gordura con hinchazón" se puede ir por más. Seremos mejores cuando comprendamos que sobre estas cuestiones no pueden utilizarse recursos engendrados por políticos que buscan réditos y que en definitiva ponen al conjunto de la sociedad en peligro.
Ser hijo o nieto de esos gringos es un gran orgullo porque vinieron a trabajar, hicieron grande a nuestro país, eran gente decente. Eso también nos obliga a comprender que el racismo es algo repugnante, que se debe poner por delante los valores del amor y ser solidarios en todos los casos, más, en este momento en que ya no estamos recibiendo barcos con gente de pelo rubio y ojos celestes.
Nuestro país es grande y como siempre decimos "generoso". Tenemos la obligación moral de atender los problemas que acarrea esta cuestión que nos aqueja, pero se debe actuar utilizando criterios de inteligencia, con humanidad, pero con la ley y la lógica en la mano.
A mis antepasados cuando llegaron al país, del Hotel de Inmigrantes fueron a parar a 1500 Km. de la capital, en medio del desierto pampeano, se les dio a cada uno una vaca, un caballo y un arado, más una chapa para apoyarla contra un árbol y guarecerse hasta que pudiesen construir su casa.
Siempre vislumbré en estos ejemplos que recibí de joven, el camino posible de seguir para solucionar los problemas de tanta gente de nuestro pueblo, desnutrición, pobreza, miseria, producto del desinterés de nuestros gobernantes.
Muchas veces con ingenuidad me pregunté como se hace para tener hijos desnutridos, muriéndose de frió y de hambre, en el más extremo desamparo, cuando nos muestran por televisión imágenes de un hombre gordito, panzón, rodeado de hijos famélicos y la mujer llorando apoyada en el dintel de la puerta del rancho.
Lo curioso es que este hombre y esta mujer viven sobre un pedazo de campo –propio o ajeno-, para el caso lo mismo da.
La explicación es que no los educan ni los ayudan quienes tienen la obligación de hacerlo. Los ministerios quedan lejos, y sus funcionarios están distraídos.
En lo personal no me interesa de la fortuna de los ricos, si me preocupa el abandono al que se somete a los pobres. Por eso muchas veces pienso con dolor que para ser esclavo es mejor serlo de un rico.
A pesar de los lamentos que emanan de ciertas milongas trasnochadas que suelen conmover a los chicos ricos de la ciudad mientras toman un vino en alguna peña del barrio norte, puedo decir sin temor a equivocarme y con la experiencia de no haberlo visto por televisión, que en las grandes estancias, la gente pobre que trabaja en ellas vive bien.
Lo he visto en mis largas recorridas, incluso disfrutan a veces más que los propios dueños.
Los patrones vienen de tanto en tanto y a las apuradas. En realidad el encargado y la peonada prosperan con los años cuando se dedican a trabajar y se comportan con honestidad.
Lo ideal sería que las cosas fueran de otra manera, se sabe como hacerlo, simplemente que no se lleva a cabo.
Hay países que lo hicieron con buenos resultados y en inferiores condiciones. Más de una vez hablé sobre estos temas con gente de poder e incumbencia para llevar algo así adelante. No te metas, era la respuesta, te van a tomar por "zurdo," y no te conviene.
¿Y los zurdos?: bien, gracias, tal vez los encuentren por “Pagina 12”; escriben lindo, son gente que han leído mucho, cuando dan una charla en la facultad o en algún otro centro cultural, juro que te quedas con la boca abierta. ¿Que lo parió che!
Hay razones políticas, necesitan alimentar un conurbano de gente sumida en la pobreza extrema, a los que se les puede comprar un voto por un choripán y una chapa.
La oportunidad que me otorgó ser testigo presencial de estos fenómenos fue un privilegio. De las colonias salieron muchos intelectuales y una gran cantidad de profesionales. Algunos volvieron para ejercer en sus pagos y otros se fueron quedando en las grandes ciudades.
En mi pueblo y en otros tantos que conocí en mis viajes, pude conocer centros de cultura realmente admirables por la cantidad de posibilidades que ofrecían, contábamos con un coro, una biblioteca importantísima con varios miles de ejemplares, se construyó un cine con 500 butacas, actividades deportivas, la vieja cancha de tenis que aun existe, y dos equipos de fútbol que integraban la liga provincial. En los años 30 y 40, desfilaron importantes actores y cantantes del teatro internacional.
Esa es mi admiración hacia esta cultura que trajeron los gringos junto al equipaje y a sus dolores, y esto se puede lograr en la medida en que de verdad se quiera hacer algo que no sea declamar tonterías para los obsecuentes aplaudidores de discursos vacíos de contenido.
Posiblemente influya mucho el día en que los “zurdos” piensen un poquito menos en retocarse la barba y en tomar café en algún boliche de moda de la calle Corrientes. En cambio debieran ocuparse en ir a ver la realidad que padece nuestra gente, usar lentes para ver de cerca cuando están releyendo a Marx en los boliches, y comprarse lentes para ver también de lejos, cuando se preocupen un poco más por la realidad que vive la gente.
No sería malo probar con las agrupaciones del campo, con seguridad que allí si van a encontrar un oído atento. Muchas cosechas quedan en el campo –plantaciones de papas y cebollas en la zona de Pedro Luro- porque no hay mano de obra para recogerlas, el inconveniente es que queda un poquito lejos de la Av. Roca.
La singularidad de estos hermanos de la “patria grande”, me traen a la memoria una frase que solía escuchar de mi padrino, Andre me decía, “la tierra queda muy baja, tenes que agacharte, la mesa está más alta”.
Andre, laplume. |
