Mi bulín de la calle Maipú
Una revolución en la calle Maipú.
Por los años sesenta tuve un cotorro en la calle Maipú casi llegando a Viamonte, Maipu712, 2do piso ascensor, -“pisito que puso Maple”-
Fue un lugar del que guardo recuerdos inolvidables.
Me surgió la idea de escribir esta historia después de haber leído un relato del joven escritor Uriel Bederman, que hoy publica un suplemento literario bajo el titulo de “Una revolución sobre la calle Maipú", en él destaca la grata sorpresa que le causó haber visto afiches en las paredes que invitaban a la gente a mirar el cielo.
Por aquellos años ya hacía tiempo que este lugar era un sitio micro céntrico de la ciudad y se sufrían muchos inconvenientes que se fueron agravando con el paso de los años, propio de todas las ciudades populosas del mundo.
Por lo que a mi concierne, puedo asegurar que no la pasé nada mal, era joven por aquel entonces y vivir en este lugar me ubicaba cerca de todo lo que por aquellos años la ciudad ofrecía, no era por cierto la cercanía a Puerto Madero que por aquel entonces era tan solo una dársena, y si bien actualmente es un progreso edilicio, es al mismo tiempo un lugar sin alma que me resulta detestable.
El hecho de contar con “matadero” propio facilitaba reuniones con amigos y amigas durante largos fines de semana.
Nuestro lugar de reclutamiento era un barcito ubicado a media cuadra de la antigua facultad de Sicología donde concurríamos por las tardes. Era un lugar propicio para desplegar mis habilidades de conquista.
Las estudiantes de Filosofía igual que las de Sicología, fueron desde siempre mi manjar predilecto, por lo cual me encontraba a mis anchas en medio de esas chiquilinas intelectualoides de pollerita corta y lentes freudianos que gustaban de acariciar mi barba, al tiempo que me observaban con caritas de neuróticas desconcertadas.
Yo las ayudaba con Lacan o con Freud, y mientras ellas analizaban las implicancias del fenómeno de la transferencia, “Andre", - o sea yo- elaboraba la mejor estrategia para lograr transferirlas al bulo de la calle Maipú, cosa de profundizar conocimientos, escuchar música, mucho mate, ginebra con hielo y liberar represiones para concretar la catarsis que nos libraría de todos los quilombos que rondaban nuestra mente. Al fin y al cabo, eran tiempos intensos y de la puerta para afuera pasaban muchas cosas.
En la esquina de Paraguay y Florida se tomaba el mejor café de la ciudad, además era un lugar muy confortable, el bar se llamaba "Florida Garden".
No puedo dejar de mencionar a radio El Mundo, -Maipú al 500- que por aquellos años transmitía programas en vivo y contaba con un amplio auditorio desde donde podíamos presenciar y escuchar los mas variados espectáculos en forma gratuita.
Por radio el Mundo desfilaron grandes artistas, orquestas de tango y muchos amigos, entre ellos el poeta, locutor escritor y amigo entrañable, Alberto Thaler, que falleció hace un par de años y dejó algunos libros en los que dejó testimonio de su amor por Buenos Aires, sus famosos "Cuentos del Tío", o "Historias de un Peatón", son el mejor ejemplo de esa pasión.
En la esquina de Maipú y Paraguay se destacaba un viejo bar y almacén donde se saboreaban los mejores fiambres y los mejores jamones serranos, que eran la delicia de los comensales entre los que por supuesto me contaba.
“El Bar Moderno” a unos metros de la esquina, era otro de los lugares de culto. Se trataba de un bar en realidad antiguo a pesar del nombre, con mesas de madera oscura y piso original de baldosas negras y blancas. Solía pasar largas horas saboreando un habano, tomando café y leyendo, al tiempo que veía desfilar artistas pintores y escritores que frecuentaban el lugar, entre ellos Jorge Luis Borges, que tenia su departamento en la esquina de Maipú y Charcas, domicilio que compartía con su madre Leonor Acevedo y su fiel ama de llaves.
A veces me sentí tentado a presentarme, decirle cuanto lo admiraba, pero siempre predominó el recato, me sentía más que satisfecho por el hecho de verlo, de poder conocerlo personalmente.
Fui como tantos otros un asiduo concurrente a la presentación de sus libros y a los posteriores debates.
A mediados de los sesenta se inauguró la “Galería del Este” donde se fundó el “Instituto di Tella”, que fue un lugar emblemático para la vida socio cultural de la ciudad , dirigido por el magistral maestro Romero Brest, uno de los hombres mas brillantes de la intelectualidad de su época, también surgió el movimiento hippie que revolucionó con sus consignas las costumbres de una sociedad poco preparada para la comprensión y mucho menos la aceptación de todo lo que esta filosofía de vida implicaba.
Es verdad que hoy podemos coincidir en que Buenos Aires no es la misma. La problemática actual hace que la gente viva absorbida por obligaciones día a día crecientes.
Por eso es buena la idea de estos carteles que invitan a que la gente se humanice un poco, que mire el cielo, que sonría.
La sociedad indudablemente se vulgarizó, así como se vulgarizó la cultura en general. Es la era de “Show Match” en el que una participante reclama por que no se le agregaron puntos a pesar de haber mostrado generosamente la cola y las lolas.
A pesar de todo, Buenos Aires conserva una vida cultural importante, el problema es que no está al alcance de toda la gente, los espectáculos son caros. Hoy un libro o una obra de teatro se escapan de las posibilidades de quien no tenga un sueldo de cierta importancia. Pero a no ponerse tristes ya que todo puede cambiar.
De mi parte puedo decirles que a pesar de no haber visto el cartel que invita a mirar el cielo y sonreír, ya que hace mucho que no camino por Maipú y Corrientes, para mí esa esquina será siempre un lugar mágico. Recuerdo las noches en las que solía encontrarme con mi padre que vivía por la calle San Martín, se venía hasta la rotisería del restaurante “El Mundo” ubicado por la calle Maipú a pocos metros de Corrientes para comprar un pollo con papas soufflé, y de paso mientras esperaba compartíamos un café y charlábamos un poco, después ya con el pollo en mano, abrazo y beso mediante nos despedíamos.
El caminaba hacia Corrientes y yo para mi casa. Me costaba trabajo separarme, más que después de caminar unos metros solía darme vuelta y lo veía parado en medio de la vereda mirando como me alejaba.
“Bulin”, “Cotorro”, seria algo así como un departamento de soltero. ( Lunfardo porteño)
”Maple”: fue una famosa y acreditada casa de muebles finos, mencionada incluso en un tango, -“pisito que puso Maple”
"Matadero" propio, esta referido al mismo departamento de soltero, que por aquellos años era común denominarlo de esta forma.
*El Instituto Di Tella”, fue uno de los lugares emblemáticos de la cultura de los sesenta y parte de los setenta, una verdadera revolución dentro de el mundo cultural de la época.
Aparecen los hipíes. *Romero Brest, hombre adelantado a su tiempo, con ideas y conceptos que serían aún de avanzada en la actualidad.
Andre, Laplume |