Congoja sentirán algunos cuando me vean, caminando distraído al borde del abismo. Aunque solemne, avanzo sonriente. Ignoro los problemas que me acechan.
Escucho el estruendo de las rocas que se desprenden del sendero. Impotentes se desbarrancan, arrastrando en el infortunio de su trágico destino, todo aquello que se les cruza en el camino.
Luego vendrá el silencio, los pájaros continuarán su vuelo y las nubes con los vientos eternizarán sus amores.
Hundido en soledades, espectador desentendido, sin asombro ni codicias por enigmas de la tierra y de los cielos, al fin advierto, con tal falta de cordura, que con solo abrir las alas será la libertad.
Andre Laplume.
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