Me impresionó un programa de Martin Ciccioli, de su programa Calles Salvajes, en muchos niveles.
Por comenzar, la naturalidad del periodista para meterse en esos temas y entablar relaciones, conversaciones e incluso las preguntas que hace, en cuanto a ese trabajo parece impecable.
Me llama la atención que chicos que admiten ser delincuentes se presten para ese rol, lo que quiere decir que la magia de la cámara es poderosa, no sólo para las vedetongas de última hora que pululan por los programas de tv abierta, revelando cosas vergonzosas, propias y de otros.
En el caso que comento, había niños aspirando pegamento, niños de 5, 6, 7 años y en más, sin adultos que los cuiden, los niños hacen lo que otros niños les enseñan hacer, y con ello crean “clientes” futuros para la droga.
Esto pasa delante de millones de adultos que circulan por la estación de la plaza 11, desde hace años, y a pesar que se ve autoridades policiales circulando, miran para otro lado.
Entiendo que hay un problema social de fondo y levantar a esos niños no es otra cosa que un trámite, pues volverán al día siguiente, pero dejar el problema como si no existiera, tampoco me parece que sea muy humano.
No sé qué pasa con las organizaciones que supuestamente están del “lado de la gente”, pero evidentemente fallan.
Donde hay niños en esa situación, hay niños abandonados y maltratados, aprendiendo de lo peor de la vida a no ser amados, a ser ignorados y aprender a sobrevivir usando el cuerpo, para todo uso, por dentro o sexual, porque de algún modo tienen que conseguir dinero para comer y aspirar.
Digo yo, cómo creerán las autoridades que esos niños resuelven esas necesidades, porque para mí es obvio que son los futuros y actuales delincuentes, un niño de 7 años, sin ningún conocimiento útil y a cargo de nadie, hará lo que sea necesario para sobrevivir, como le indica su instinto, no hay manera que no surja de esa necesidad un delincuente.
Alguien me comentó que es muy fácil criticar sentado en casa mirándolo por tele, pero se supone que trabajo y pago impuestos para que la ciudad los disponga para zanjar sus necesidades, entre esas necesidades están los organismos que deben ocuparse del problema de los niños.
Hay una larga cadena de descontrol, empezando por la policía, siguiendo por los organismos controladores, terminando en los políticos que ahora están ocupados viendo quién se queda con el queso, ahora que el ratón mayor murió.
Luego de ese programa no pude dormir, tengo hijos de esas edades, y tengo miedo que aunque intento ofrecerles todo, tengan la mala suerte de caer en una situación de drogas, no porque les falte algo material o una familia, sino porque conocen a alguien que conoce un niño que a su vez conoce otro que aspira.
Los niños son muy influenciables y cómo les habla un padre a los 7 años cuando no quiero que tenga ese tema en la cabeza, que su niñez sea lo más inocente posible.
Pero qué puede pasar en su cabecita si va por la calle y ve esos niños, como los de la plaza 11, qué debe uno explicarle.
He observado que nadie les explica nada de eso a los niños, pero ellos ven, y se quedan con esa imagen sin respuesta, me preocupa que por no hablarlo, él se conteste las preguntas que le debe provocar escenas como esas, con las respuestas equivocadas. Pero por otra parte si le explico, le meto un tema en la cabeza que vaya a saber qué procesa dentro de él.
Qué hay que hacer, hablarlo o no hablarlo.
Estoy muy perturbado con el tema.
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