Uno de los problemas difíciles que en los nuevos modelos de producción laboral enfrenta es el empleo en los extremos de las edades, los jóvenes, los viejos.
Mientras los jóvenes pelean con la condición de inexperiencia, los viejos pelean con la condición de la edad.
En ambos extremos hay problemas a la hora de conseguir un empleo, la tecnología afecta por igual en ambos extremos, en el de los jóvenes porque requiere tiempo adquirir conocimientos y equipamiento tecnológico en los viejos porque les resulta difícil agiornarse y todo queda obsoleto rápidamente.
En los países del primer mundo, el problema se enuncia, se nombra, por lo tanto existe y si existe se generan políticas de solución, aunque resulten difíciles de implementar o aunque no sea suficiente para paliar el creciente desequilibrio en el empleo.
Mientras, en argentina todos se hacen los distraídos, el asunto parece no existir, a los jóvenes los explotan con los llamados empleos basura, a los viejos también.
Empleos basura son aquellas ofertas de empleo que disfrazadas de beneficios explotan la mano de obra a cambio de nada o de muy poco.
Hace poco me contaron un caso que es recurrente: en los shoppings, para determinadas fechas, contratan jóvenes secundarios o universitarios para atención durante unas pocas semanas.
Como el trato es breve y con horarios dispersos suele haber un límite impreciso entre lo legal, y lo ético.
En el caso que me describieron, a la hora de las cuentas, el monto por hora no era el convenido, bajo el discurso: no vendimos lo esperado, incumplen contratos de palabra y los empleados quedan en desventaja, no hay contrato, no hay respuesta, quedan caminos intrincados, o se recurre a un abogado, cosa que por los montos que median esos tratos es descartable o a joderse, el tiempo ya pasó, el trabajo se hizo, el empleado tiene que aceptar lo que le den.
Esta escena se repite en todos los comercios, porque los jóvenes se ven enfrentados a la realidad ya inmersa en ella, sin comprender sus derechos.
No sé tampoco cual es la salida, pues es una actividad bastante común, denominada empleo basura que todo joven aspirante a adulto tiene que pasar en algún momento.
Mientras los viejos o gente mayor no la pasa mejor, sino más bien peor, sólo cuando ha superado el escollo de ser contratado a pesar de la edad se encontrará con que el precio de sus horas de trabajo, a pesar de la experiencia que aporte, estará profundamente devaluada, tendrá que conformarse con menos del 40 o 50 % del monto que percibe un empleado común en una edad intermedia entre los jóvenes y él mismo.
Así las cosas, hay un vacío legal, un vacío de control y una falta de ética general para con el prójimo que evidentemente no se va a solucionar sin intervención del estado.
Como sea, ambos son asuntos económico con fuerte impacto en lo social, todos pasamos o pasaremos por ambas situaciones, creo, sería hora que algún político tomara cartas en el asunto y decidiera ayudar mejor a la población no tan económicamente activa.
Se necesitna soluciones, son rangos etáreos en crecimiento, y no dejarán de existir sólo con fingir que no existe el problema.
|