En México, parece una tendencia usual ponerle nombres a los hijos sacados de los personajes de películas o series, incluso cosas.
En el registro civil se han encontrado niños con nombres como James Bond, Robocop, Terminator.
Por supuesto que eso puede generar una sonrisa, en Argentina, si alguien se presenta como Robocop, pensarían que lo están cargando, en México hay que tomarse unos minutos para pensar, pues son nombres válidos.
Y hay padres de todo tipo, por ejemplo, los que usan esos nombres, condenan a los hijos a la burla y el escarnio de por vida.
Imaginen un niño delgado y esmirriado, con grandes logros intelectuales y que se llame Robocop. Se malogró la vida para siempre.
Hay niñas con el nombre Pocahontas o Ladydi, debe ser alguna cuestión de género, qué sé yo, culpen a mis hormonas, pero para una mujer no me parece tan grave, al contrario, hasta parece un halago.
No puedo evitar pensar cómo me reiría que alguien se me presentara y me dijera: mucho gusto, me llamo Kaizer Socer (personaje extraordinario de la película Los sospechosos de siempre).
O me rio o me muero del susto, pero lo que sí, no me resultaría indiferente.
El asunto es tan llamativo que ya está llegando a oídos de diputados y senadores que “hay que hacer algo”, pero no por ley, sino para concientizar a esos padres desnaturalizados que condenan a los hijos con semejantes nombres.
La cosa entonces, quedará, por ahora, en una suerte de exhortación hacia los padres para disuadirlos de esos propósitos.
No sé, yo que sepa, el método racional nunca le ha dado resultado al hombre.
Quién puede convencer a un padre que el nombre Rambo o James Bond es peyorativo, discriminatorio, infamante, denigrante, carente de significado y que constituye un símbolo que expone al hijo a ser objeto de burla.
Y encima, parece que los tribunales reciben miles de solicitudes anuales para cambio del nombre, cuando esos maltratados niños, crecen y pueden tomar cartas en el asunto de forma legal.
Es terrible que haya padres que arruinen de esa manera la vida de los hijos.
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