Hace como 12 años que se habla de esta práctica, el spam, ángel y demonio: la invasión de nuestros mails por publicidad no solicitada.
Lo que es extraño, que se intenta evitar, mediante procedimientos extraños, pero la gente sigue recibiendo spam, lo que no es extraño ya que ni siquiera logramos dejar de recibir propaganda por teléfono.
De repente, aunque no tenes casi nunca plata en el banco, las entidades te llaman para regalarte tarjetas de crédito a rolete.
En Internet, desde esa mismo tiempo: 12 años, existe lo que se llama la Lista Robinson, que es un servicio de cloakig publicitario, de exclusión.
Se supone que los consumidores protegen sus datos si se anotan en esta lista, pero, el objetivo real es una publicidad personalizada, es decir, aquella que le gusta, a la cual autoriza recibir, y se supone que te garantizan no recibir ninguna otra.
El asunto plantea una paradoja: cómo se controla tal cosa.
Si es cierto que la tal lista garantiza algo, ¿cómo se entera el usuario que es así?, mi forma usual de averiguar sobre un servicio es preguntar por el servicios a otros, pero cómo hacerlo si es confidencial los mails de la lista.
Mientras, supongamos que justo porque no podes preguntar, te inscribís, y como un pavo te llevas un chasco, porque de todos modos te comienzan a llegar mails que no solicitaste, mientras, no podes andar diciendo por ahí: la Lista Robinson es falsa, a mi me llega publicidad igual, porque para ello, ya estarías revelando tu propia identidad como participante de la lista, y entonces no hay modo de saber que el spam no te lo provocaste vos mismos por buchón.
Qué paradoja.
El asunto me parece sin solución, a verdad es que lo de la tal Lista me suena más bien a invento de la masonería, no tengo ninguna evidencia sobre su existencia, tampoco de la no existencia, ya que tienen un sitio público, tal como la masonería figura en símbolos bajorrelieves en algunos perfiles de edificios, compartiendo espacio con extrañas gárgolas.
No es mi intención declarar falsa las afirmaciones de tal institución, pero la verdad, no sé por qué, será que porque soy desconfiado por naturaleza y descreído por aprender a de la realidad, pero la afirmación de esa lista me parece descabelladas, sobre todo cuando todos los procesos de comercialización se basan precisamente en que el que tiene un producto, pretende hacerlo conocer ante quien no conoce el producto, y si alguien no conoce un producto, ¿cómo puede tenerlo señalado como spam?
No sé, para mi es un bardo.
Salvo que como no soy comerciante, mi cabeza no funciona en esa dirección y entonces no le entiendo el sentido a esa organización.
Le llama “fomento legítimo”, cuando la publicidad nunca ha tenido fomento ilegítimo salvo cuando se trata de pedofilia, terrorismo, violencia, y otras lindezas por el estilo, ahora a la lista de ilegítimo ¿hay que agregar spam?
Y si es ilegítimo, ¿por qué la empresa telefónica me molesta con sus llamados, y los bancos, y las empresas de seguro, sin que yo lo haya solicitado y no los meten presos?
Llamaría a mi abogado, sino fuera que no puedo enviarle mails, tiene una protección de datos que hace rebotar mis mails.
¿Estará en la Lista Robinson?
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