La Internet, ya se sabe, tiene fama de distorsionar, crear monstruos alentar malas artes, pero en la triste realidad es que es más un reflejo con óptica aumentada de nosotros mismos.
No nos olvidemos que somos los artífices de nuestras herramientas, las imaginamos, las creamos, el incentivo es simplemente porque queremos, podemos, el estímulo se encuentra dentro de nosotros mismos.
El mundo digital no es atractivo y entonces nos sumerge, nosotros lo hicimos así, lo usamos para involucrar a los otros, empezó por un asunto de seguridad, siguió por lo social en la que se desarrolló lo que tendría más adeptos, y como no podía ser de otra manera, apareció lo económico.
Lo social, le sigue ganando a lo económico, porque mientras lo segundo corre una carrera, lo primero se da naturalmente, a la gente le gusta que la contacten, lo que no le gusta es que ese contacto sea impersonal, masivo, como suelen realizar los contactos en la mayoría de los negocios.
Algo tiene que cambiar en la política empresarial para poder aprovechar el advenimiento de las redes sociales, y lo que tiene que cambiar empieza con detener la invasión de publicidad simultánea, porque todo junto, el usuario no ve ninguno y produce lo contrario, rechazo.
En los números, el marketing es cada vez más agresivo para mantener un porcentaje más o menos redituable, pero en ese camino insensato, todos suben las apuestas, y se vuelve a lo mismo, sin que haya algo que provoque un desnivel.
El desnivel mismo está en la singularidad, de pronto, un personaje que inventó un dislate, provoca seguimientos inusitados, allí están las empresas como langostas tratando de aprovechar el suceso.
En esa dirección van los noticieros, que a falta de atención de televidentes para noticias importantes, se abocan a la repetición de videítos trends, o imágenes a las que mal llaman “Memes”.
El origen del Meme es trágico en la realidad, lo inventó un niño, que sin saber dibujar muy bien, comenzó a expresarse en un blog, usando este personaje dibujado por sí mismo, sin más inspiración que su propio espíritu de perdedor, aislado, invisible, este niño comenzó con frases y situaciones que lo convencían a sí mismo, como suele hacer la palabra, de que todo siempre le salía mal, lo que fue construyendo una personalidad en la que imaginaba situaciones que siempre terminaban mal.
La experiencia lejos de ser usada por sus padres para proveerle algún tipo de solución médica, atención o cualquiera de los métodos del mundo real, cada vez más y más niños se sentían identificados con el personaje y comenzaron a seguirlo, bajo el lema: “Meme por siempre solo”, o su original en inglés, “Meme for ever alone”, se comenzó a viralizar.
Este imaginativo niño, resultó en un artista que comenzó a mixturar imágenes, siempre deprimentes, bizarras, en las que la cara era su personaje.
No faltó mucho para que las empresas contactaran al autor, y por extensión comenzaran a usarlo económicamente, ni siquiera había que sembrar la idea, ya estaba expandiéndose, por sí mismo, por lo que a las empresas no les costaba nada tomarse el trabajo de imponerlo.
Un ejemplo extraño de cómo algo que parecía terminar mal, sin el mundo real, terminó bien para un niño que ahora administra un gigantesco sistema de comercialización de todo tipo de objetos con el Meme original.
Los padres no comprenden a este personaje, al que sólo ven feo, y más bien una “etapa” de los niños, pero los niños que hoy están creciendo saben a qué hace referencia este personaje tan negativo.
Ahora, a raíz del mundial puede verse a los medios llamar Meme a cualquier imagen armada con diferentes retazos de medios, pero en su origen, es la cara del Meme original, sobre una imagen.
Ya se sabe, todo muta, y se diversifica. Las empresas, se aprovechan hasta de lo negativo.
Pero cuidado con la idea de que lo digital distorsiona la realidad, y tuerce a las personas, es la revés, somos nosotros los que realizamos todo ello y ponemos toda nuestra inteligencia al servicio de generar medios donde podamos ser lo que somos.
No culpemos a la cuchara por tener esa forma para tomar la sopa, la hicimos nosotros.
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