Una amiga me contó que en el mismo día recibió dos agresiones gratuitas.
Venía de comprar juguetes para los chicos, caminando muy despacio porque con tantos paquetes tenía miedo de tropezar y caer.
Alguien que venía de frente, la esquivó, pero le dio un tremendo codazo y le dio un empellón contra la pares, al pasar, ella se dio vuelta a mirarlo y el tipo no mostró la cara, sólo siguió su camino.
La pared evitó que cayera. Ella siguió caminando, cuando a las pocas cuadras, al tocar la bolsa que llevaba del lado que la empujaron, nota una cosa viscosa, se mira la mano y era grasa de color rojo.
Arruinada la bolsa y la ropa.
En estos días, historias como estas, escuché varias. La gente comete agresiones gratuitas, impunemente sin que se comprenda qué aporta esa actitud.
Lo llamativo es la cantidad.
Conozco tanta, poca o más gente que cualquiera, si con quien hablo tiene una anécdota de agresión por el estilo, ¿estamos hablando de una población casi equivalente a los que nos asombramos de que ocurran estas cosas?
No sé qué puede pasar en la cabeza de la gente que en una época que se supone relajada, de fiestas, de reflexión sobre la paz, haya más violencia que en otras épocas.
Las injusticias, dicen algunos. El hecho de que justamente un momento en el que todos quieren tener comida especial, regalos de afecto, reuniones en familia, la mayoría no consigue cubrir la expectativa del momento.
Las familias entre sí, se pelean, mientras paradójicamente para algunos aparecen problemas de no coincidencia sobre con quién compartirlas, para otros, la soledad no les da opciones, y sobre todo, la situación económica está cada vez más confusa.
Se suma la sensación de injusticia, de inseguridad, y de desprotección.
La tv, tanto la oficial como la de oposición, viven en un mundo de extraterrestres, se tiran entre ellos y en el medio, la vida real, no puede ver ni lo bueno, ni lo malo, no sólo el jefe de gobierno, Macri no hace nada, sino que encima nos cobra la nada en todo lo que toca, si se hace cargo del subte, pagaremos, se hizo cargo de la ciudad, pagamos ABL cada vez más, sin que haya ningún indicio que una cosa u otra esté mejor para nosotros.
Mientras la presidenta se pelea con las corporaciones, cosa con la que estoy de acuerdo, porque es la manera contraria a la de Macri que las favorece, tampoco vemos esa pelea como que favorezca a muchos.
Una plaza llena halagando a la presidenta es indicio que hay muchos favorecidos, pero también hay una plaza entera de los desfavorecidos, que la única culpa que tienen es haber ganado lo que tienen con trabajo, y que ahora, con tantas restricciones, se ven imposibilitados de disfrutar.
La realidad es que todos los grandes negocios que se han caído, cuyo paradigma son las caídas de las inmobiliarias, afecta a los empleados. Mientras los dueños se irán a veranear a países del trópico, a gastarse los dólares que tienen en bancos externos, los que no pueden veranear, trabajaron todo el año, toda la vida, se quedaron despojados de la posibilidad y sin empleo. Esa situación a los que afectó es a los empleados, no a los dueños. Ellos pueden esperar lo suficiente hasta que venga otro gobierno y comiencen a negociar igual que antes, los empleados no.
Tengo la impresión que mientras la presidenta parece tener las intenciones en que la repartija sea más justa para los menos favorecidos, se llevó por delante el sector medio, y está molestando tanto a tantos sectores que no me extrañaría que salga de esto con un juicio político por destruir la economía que apenas se sostenía y que con cada decisión económica se deteriora.
No sé cómo termina esto, pero parece que hay personas, con mucha violencia interior que sale a la calle a empujar, a agredir, cobrándose la locura con gente que no tienen nada que ver ni puede solucionarla.
Nos estamos pareciendo cada vez más a ese país del que tanto se reniegan, donde ocurren grandes tragedias como masacres en escuelas.
Mientras, los que están a cargo, siempre a salvo, mientras tienen hijos en Harvard estudiando, cuando no dejan que otros compren los dólares para hacer lo mismo, se creen a salvo de cualquier cosa, declaran que la inseguridad es una sensación.
Mientras, muchos, están esperando que algo ocurra, algo que definitivamente nos saque de la dirección de la violencia, pero la realidad tiene sus sarcasmos, aunque los que gobiernan miren para otro lado.
Nadie está a salvo, por más poder que tengan, en algún momento lo que crearon para otros, que creen no aplicable a sí mismos se les vuelve el contra.
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