Una niña va a parir un niño, la madre sacó el cuerpo, declaró que dejará que continúe el embarazo y ya no contesta más preguntas.
El asunto deja clara una enseñanza: si te metés en un problema como este, no decís nada y recurris al abortero de confianza, que te recomienda una de las miles de mujeres que pasan por esta situación y están en condiciones de elegir: si crees que la justicia, tu país, opinión pública te va a ayudar en la decisión, no seas ingenua.
La situación fue lo que vino a reemplazar la falta del programa de Tinelli, la prensa se relamió con el hecho, metiéndose hasta donde pudo con el tema.
La madre, insensata por un momento, pretendió que la justicia acompañara su decisión de hacer abortar a la niña, porque cree que su sentido común, tenía que primar sobre la obtusa mente católica de los jueces.
Ahora otras miles de madres en situación, no tan extrema quizás, pero parecidas aprendieron que no hay situación, por más que parezca de sentido común, en el que las mujeres puedan decidir sobre sus cuerpos, sobre sus hijos, y mucho menos cuando la prensa está metida en el medio.
En silencio, hubiera sido otra cosa.
No se sabe cómo saltó este caso, pero lo de fondo, más allá de la aberración de que una niña haya tenido relaciones, que no parece tan grave, como el hecho de haber quedado embarazada y que todo el mundo se haya enterado.
Si las leyes protegen al infante, en dónde se nota eso, ahora hay una nena que aprendió varias lecciones, primero: no le cuentes a tu madre, no podrá hacer nada, sería mejor intentar un aborto primero, por tu cuenta, que será más peligroso pero parece más sensato que requerir ayuda por derecha.
La otra: el niño, que no aparece, por razones legales se dice, no tuvo ningún problema, nadie habló de él y sobre todo: nadie lo obligará a responder por el acto, puede, tranquilamente hacerse a un lado, es un niño, sus padres deciden por él. A lo sumo, quizás, tenga algún problema que se manejará discretamente por tener relaciones con una menor, lo que constituye un delito, quizás se lleve una reprimenda. Y no hay otro modo de actuar, es un niño, del mismo modo que ella es una nena.
Pero si lo “hicieron”, ¿ya se los puede considerar adultos?, no, pero sufrirán las consecuencias como si lo fueran.
Ese caso parece irremediable, perdieron todos, bebé futuro incluido, con semejante arribo al mundo.
El tema trae a colación algo más importante, que sobrepasa este caso que es tremendo, pero que tiene peores consecuencias porque el problema es de fondo: para cuándo la despenalización del aborto, las mujeres tenemos derecho a decidir sobre nuestros cuerpos. Las madres tienen derecho a decidir sobre los cuerpos de sus hijos en todos los asuntos, menos en el aborto.
Es descabellado que se deje a leyes controvertidas y evidentemente incumplibles la responsabilidad de la conciencia.
Los jueces que no permitieron que la niña hiciera el aborto, que era decisión y responsabilidad de su madre no son inocentes, son co-responsables de la aberración, en vez de tratar de atenuarla para salvar esos niños, esa familia se refugiaron detrás de una ley insensata, enviando el mensaje al resto de las mujeres que mejor se las arreglen solas, porque la ley las destrozará, ante lo que las mujeres deciden caer en manos de aborteros que quién sabe si salen vivas.
Las leyes son para regular la realidad, no para torcerla ya acomodarla a los “pensamientos” católicos o religiosos y la realidad demuestra que las mujeres se hacen abortos, porque somos adultas, podemos decidir sobre asuntos del mundo, de política, de la comida de nuestra familia, de una casa, de la crianza de los niños, pero no podemos decidir sobre nuestros cuerpos.
Es absurdo.
Espero que las personas que decidieron sobre este tema que no escucharon a la madre en su pedido tengan muchas pesadillas y nunca más puedan dormir tranquilos, llevarán ese peso en su conciencia.
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