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27 Decir que 'nunca es triste la verdad' me pone muy triste. ¿Habrá algún remedio para esa tristeza?   por   marisita
 
 
Gorda 8/14/2011 | 9:39:46 AM  
 
Mujeres obreras, viviendas en marcha
Una historia de la vida real
Tags:
  Kirchener   Madres de Plaza de Mayo   Mujeres obreras   Proyectos de Cristina Kirchener        
 

Mal que les pese a algunos, nosotras podemos, siempre que nos dejen.

 
Históricamente las mujeres hemos tenido que pelear nuestros espacios, y lo peor, no es que la oposición venga de los hombres, en su mayoría proviene de las propias mujeres.
Me he chocado con más puertas cerradas de las propias mujeres, educadas bajo el signo ancestral de dejar que “el hombre” haga las cosas, y pretender “poner en su lugar” a otras mujeres que no aceptan ese hecho.
En ese sentido, encontramos en las Madres de Plaza de Mayo una ayuda invaluable.
Somos mujeres obreras gracias a la voluntad de esas señoras, que en vez de sentarse a llorar y esperar a que les “den su lugar”, tomaron los sueños de los hijos que perdieron y empezaron a resistir, a empujar, a esperar su momento.
Me llamo Alcira, y soy de Castañares, me abandonó ese hombre al que supuestamente yo le dejaba decidir todo, al que se iba a ocupar de mí y de mis dos hijas.
Siendo ellas pequeñas, el supuesto “hombre” me abandonó por una sin hijos que le ofreció una vida en un departamento.
Ya hice el duelo y ya no quiero llorar más, porque hoy, a la distancia, me doy cuenta que ella es la que perdió y yo me salvé.
Las Madres de Plaza de Mayo ofrecieron oportunidades impensadas, a través del gobierno, hice cursos gratuitos en la escuela de albañilería. Empecé con eso creyendo que con mi poca educación no podría hacer otra cosa, pero mi sorpresa fue que cuando fui capaz de levantar mi propia casa, tuve que saber algunas cosas más, como electricidad, pintura, sanitarios.
Me resultaba imposible hacerlo todo, sobre todo en poco tiempo, el suficiente como para que me sirviera para ganarme la vida, de manera que comencé a llevar a mis amigas del barrio a quienes tuve que insistir, sobre todo porque algunas aún tenían a “su” hombre al lado, al que se “hacía cargo”.
Hizo falta que otro más abandonara a otra de nosotras, por asunto parecido para que tomaran conciencia la mayoría de la situación en el futuro.
De repente supimos que quizás no tendríamos otra oportunidad en la vida, estaba ocurriendo un momento histórico: las mujeres podíamos, no necesitábamos que los hombres nos dijeran qué hacer, teníamos la oportunidad, y las personas que nos ayudarían.
Luego supimos que había mucho camino entre esa realidad y el logro, las Madres de Plaza de Mayo y el gobierno, con toda la oposición en el medio, incluyendo las propias mujeres.
Sobre todo aquellas que tienen hogares cómodos, que por cosas de la vida, pudieron estudiar, o pudieron trabajar, lograr puestos importantes, gente que sólo piensa en sí misma y que no hará nada por otro a cambia de nada.
Las Madres de Plaza de Mayo no necesitaban pedirnos nada, a cambio, sólo nos daban.
El resultado de ello, no es un aviso en los diarios, el resultado es: guardería para los chicos en el barrio que construimos nosotras mismas, escuelas refaccionadas, y casas en la medida que contamos con los materiales.
Hay hombres trabajando a nuestra par, nos respetan, aunque al comienzo nos criticaban, intentaban que no hiciéramos nada, bajo la idea de que empezar mal termina mal, nosotras nos dimos permiso de equivocarnos, volver a empezar hasta que aprendimos, y ellos se dieron cuenta que lo logramos.
Ahora sabemos que tanta oposición sólo era para evitar independizarnos.
Antes, limpiaba casas por hora, lo que no tenía nada de malo, pero no tenía casa, ahora tengo casa, estoy más con mis hijas a quienes enseño lo que aprendí, que no es sólo a construir, sino a ser independiente y a exigir respeto.
No soy la única, somos muchas, las obras comenzaron en el 2008, y entre nosotras estamos mejor organizadas que los hombres, suplantamos la fuerza con el número, y el barrio se ha acostumbrado a contar con que nuestro trabajo es bueno, hasta nos piden pintar el Club del barrio, sabemos incluso armar presupuestos.
Cuando estaba mi marido, me instruía en cuándo y cómo ir a pedir comida en los supermercados, yo era una especie de apéndice que le servía para “hacer número”. Los hombres se organizaban para eso: para organizar presión sobre los supermercados, en una especie de actitud de amenaza, así nos regalan comida.
Hoy me da vergüenza, no el haber tenido hambre, sino el no haber tomado las riendas de mi destino.
Entre otras cosas, las Madres logran que una vez que terminamos las obras, nos dan título de propiedad y servicios, agua, luz y gas, que pagamos.
Unos 70 metros cuadrados, el doble de espacio de lo que tiene la patrona a la cual le limpiaba la casa.
Hay además un parque común para los chicos, cada dos manzanas e incluso servicios para discapacitados, la desnutrición genera discapacidad.
A manera de anécdota y para lucirme entre las cosas que aprendí, fue a construir estructuras antisísmicas, reconozco que en los cursos escuché por primera vez esa palabra con un sentido, antes creía que era invento de las series de tv.,   y también me asusté muchísimo, ni siquiera se me había ocurrido que podría ocurrir, me parecían cosas inventadas por la ciencia ficción.
Construimos con un sistema llamado Emmedue, palabra que me costó aprender, un sistema italiano, que son paneles con telgopor entre mallas de acero galvanizado, con tres o cuatro capas de cemento e instrumentos especiales, arman una estructura liviana que para nosotras que somos menos fuerte que los hombres podemos manipula perfectamente.
Me siento de otra manera, estos proyectos me cambiaron la vida.
Aunque somos discriminados por Macri, lo vemos del mismo  modo que nos pasaba con nuestros “hombres”, creen que nos pueden decir lo que tenemos que ser como mujeres y como seres humanos, mientras ellos nos critican vestidos en trajes que probablemente cuesta un almuerzo entero de nuestros niños al mes.
Siento por primera vez en mi vida que soy dueña de mi futuro y eso espero dejarle a mis hijas: dignidad.
¿A quien voy a votar yo?, a quien sea que sostiene y da apoyo a mujeres que ayudan a otras mujeres a salir de la pobreza y la ignorancia, que eso no se puede hacer sin apoyo del estado.
Por eso, nosotras, que somos miles, pero que podemos ser millones, no nos importa lo que los supuestos administradores de la Fundación de Madres de Plaza de Mayo haya hecho, somos consientes en dónde está el valor de las cosas, que no es precisamente en el dinero.
Las Madres, para nosotras, que somos el más de 50 % de mujeres que trabajamos en los proyectos de viviendas, son nuestros ángeles de la guarda.
Esperamos que la sociedad sea consciente de qué tiene más valor, lo recuperado o lo perdido.
Se ha recuperado a seres humanos, y sólo se ha perdido plata.
Y las Madres son damnificadas, no culpables.
 
Va mi agradecimiento a ellas, las Madres de Plaza de Mayo, así como a la persona que me ayudó a escribir esto y a difundirlo como se lo pedí, sin nada a cambio más que escucharme.
 
Gracias.
 
Alcira, una ex desocupada.
 
 
 
 
 
 
 
 
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