Yo sé que no soy un ama de casa experta y dedicada, de las de antes, pero también creo no haber hecho nada para merecer su desdén.
Nunca le faltó lo necesario. Lo hemos cuidado amorosamente, comprando para él los mejores productos del mercado. NO lo hemos sobrecargado ni le hemos exigido imposibles. Lo hemos aceptado tal como es, ¡y eso que siempre, ante cualquier trabajo, anda con tantas vueltas!
La verdad es que por más que intento no logro comprender por qué quiere irse de casa.
Lo descubrí hoy, al volver de trabajar. Poco a poco había ido desplazándose de su lugar, subrepticiamente, como buscando la salida con plena conciencia de su traición. Recorrió un buen trecho hasta que, al verme, decidió hacerse el distraído y se quedó quieto.
No obstante, sé que no es la primera vez, porque he venido observando los rastros de sus progresivas excursiones. Por eso, siento que es probable que algún día llegue demasiado tarde para detenerlo y encuentre que en su lugar sólo ha quedado el vacío.
¿Qué le hemos hecho? ¿Por qué nos paga de esta manera?
Ahora me da temor encargarle alguna tarea de esas que siempre realizó: tengo miedo de cómo pueda reaccionar...
Necesito ayuda: ¿alguien conoce algún buen domador o terapeuta de lavarropas? |