Es importante recordar que este es un tiempo mágico, es la época de las maravillas y los asombros, esos que durante el año se vuelven un poco esquivos.
Miren, si no, lo que le pasó a una señora que viene un par de veces en la semana a ayudarnos en casa...
Esta señora tiene un gato. No es un felino particularmente inteligente, no es diestro en física cuántica ni en la teoría de cuerdas. Sin embargo, es un bon vivant: conoce las actividades más importantes y placenteras de la vida, tales como dormir, desperezarse, comer, prestarse al mimo y andar noviando por los techos para, finalmente, volver a dormir (en este sentido, es mucho más inteligente que tantos humanos...)
Es verdad que la tarea de salir de noche puede ser peligrosa, sobre todo cuando los seres humanos, irrespetuosamente, no cuidamos las normas básicas de seguridad. Esto le pasó al morrongo de marras... En una de tantas salidas, y por motivos no bien clarificados, terminó cayendo a un pozo ciego.
Y allí el milagro, de estricta verdad histórica tal como me fue narrada por un testigo fidedigno de los hechos. El gatito, viéndose atrapado y temiendo por su vida ¡aprendió a hablar! En efecto, nuestro héroe comenzó a gritar anunciando el peligro que lo acechaba, lo que al punto movilizó a los habitantes humanos de la casa, que corrieron a su rescate y lo sacaron rápidamente del pozo para luego lavarlo, secarlo, plancharlo y perfumarlo.
Cuando me estaban relatando este hecho, me pasó lo mismo que seguramente están sintiendo ustedes. No es tan sencillo aceptar que un morrongo otrora callejero, al verse en dificultades, pueda -así como así- desarrollar el humano lenguaje. La ciencia, sin duda, contradice esta posibilidad. Pero sólo porque la ciencia no sabe lo que sabemos nosotros, que los milagros existen y suceden cada día, para quien los quiera percibir.
Pero en fin, yo no soy dada a credulidades baratas, por lo que una vez concluido el relato, no pude sino endosar mi sonrisa sarcástica S-14 y decir: "¿Y... a ver, jejé, qué es lo que decía el gato mientras pedía auxilio?".
La respuesta me dejó perpleja. En un rauco e imperfecto, pero no obstante completamente comprensible castellano, las milagrosas palabras del minino fueron: "¡Me aaaaugo! ¡Me aaaaaaugo!..."
Creer o reventar, que le dicen.
Felices y milagrosas fiestas para todos. |