Desde que en 1949 Victoria Ocampo trajo a Albert Camus al país, joven de 35 años entonces, los Argentinos nos destacamos por no tener miedo de emitir nuestras opiniones sobre los premios Nobel, los que lo son y los que lo serán, no tenemos prejuicios.
Camus, que antes pasó por Montevideo, estaba invitado para una conferencia, en un momento donde esas conferencias e invitaciones eran verdaderos acontecimientos culturales, el tema de la conferencia: libertad de expresión.
No tengo dudas que no era una invitación inocente de la Ocampo, reconocida opositora al general Perón.
La represalia no podía dejar de pasar, la presencia de Camus, le resultaba agraviante al peronismo, y no lo pudo tolerar.
Al gobierno se le pasó por la cabeza la mala idea de pretender censurar el discurso de Camus, un discurso que precisamente trataba sobre la libertad de expresión, cosa a la que el escritor, por supuesto se negó de plano.
El escritor, no lo pensé demasiado y se fue como un suspiro, rumbo a Chile.
Estoy seguro que Victoria Ocampo jugó una arrojada carta al promover un incidente a todas luces obvio que tuvo cobertura internacional y que de cierta manera la protegió, colocándola en un lugar bien visible como protectora de las artes y opositora.
Luego en el 57, ganaría el Nobel, como ya se había previsto, pues tal como hoy, también se “trabajaban” los premios en esa época.
Otro oprobioso comportamiento argentino, fue el paso de Pablo Neruda por nuestro país, estando enfermo y de paso hacia otro país, el gobierno de Aramburu lo mandó a la cárcel por comunista, sin muchas contemplaciones por su estado de salud, luego Neruda recordaría el incidente en uno de sus libros, contando que los mismos soldados que tenían orden de encarcelarlo, le pedían autógrafos.
Quién sabe, yo creo que los autores inventan sus biografías, pero lo de la cárcel fue real.
En el 71, Neruda ganó el Nobel.
A García Marquez lo trajo a la Argentina el extraño éxito de su libro más mentado, “Cien años de soledad”, lo que sucedió durante su estancia, aún permanece en el misterio, se sabe que no volvería nunca más y que cuando se le preguntara por ello diría excusas extrañas.
O estamos ante la más grande invención de autobiografías y pasó algo tan grave que ni siquiera se puede contar. No lo sabemos.
Pero también, ganó el Nobel en 1982.
Parece que también ocurrió un incidente con Darío Fo, que estando en Argentina en 1984, esta vez durante el gobierno radical de Raúl Alfonsín, en ocasión de la puesta en escena de su obra “Misterio Bufo”, un grupo de la ultraderecha católica cometió desmanes, rompiendo el teatro, atacando a los espectadores con gases lacrimógenos, lo que implicó suspender la función.
Para este grupo de inadaptados, la obra o el autor, atacaba al Papa, y no les quedó más lindo comportarse como criminales para hacer entrar en razón a todo el que se opusiera al mensaje de “paz” del Papa.
Darío Fo, rió último, obtuvo el Nobel en 1997.
Digo yo, se me ocurrió una idea extraordinaria que le puede servir al país como gran ingreso turístico, por qué no nos organizamos y combinamos estos escraches a diferentes escritores, aquellos que nos paguen muy bien, como cábala para obtener el Nobel.
Nos organizamos mejor, compramos pinturas, armamos pancartas y así.
Se sabe que Varga Llosa estuvo haciendo los “trabajos” para conseguir el premio, nosotros podemos proponer el opcional escrache, pero no después, como le está pasando a Vargas Llosa, sino antes, tenemos suficiente curriculum como para ofrecer un servicio de primera.
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