Mientras Argentina, dejando de lado pensar antes de hacer, enviaba un conteiner con jugos Light hacia Haití, mientras la prensa se regodeaba de semejante despropósito, al menos Argentina hizo algo.
En el mismo momento, médicos, no gente común: médicos, provenientes de Puerto Rico, que se supone irían a atender a las víctimas, se sacaban fotos en una especie de alarde, exhibiéndose borrachos y con armas de fuego, y nada hubiera pasado sino que el al ser humano no le basta traspasar el límite del ridículo, sino que tiene que contarlo, creyendo que son proezas.
Se sacaron fotos, como una burla, mostrándose sonrientes, dicharacheros ante la inminencia de serruchar un miembro de alguien rescatado entre los escombros del terremoto.
El título con que las imágenes recorrieron el mundo fue: humillante feria de fotografías de las desgracias de Haití.
Entraron en Internet, y de ahí al mundo.
Esto ocurría en el mismo momento que la policía de Puerto Príncipe estaba ocupada con el registro de violaciones a mujeres y niñas.
Lo que se dice un cuadro de la miseria humana.
La indignación de no basta.
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