Entre las conversaciones de disenso en referencia a lo que se da en llamar la nueva literatura, hay dos posturas, que aunque no son las únicas, parecen repelerse entre si, la que se circunscribe a cierto perfil teórico que encuentra placer en lo que se llama literatura clásica, que se revela en la estructura de organización del tipo, presentación, desarrollo y desenlace, entre una historia visible y una secreta, tal como comenté en el post sobre teoría del cuento y la que organiza una red de sentido basada en otros textos o autores. Esta última bajo el estigma de que no conocer el texto original, deja afuera al lector.
Dejando de lado esa discusión, hay un análisis que tiene que ver con el contenido, ya en referencia al material que ciertos escritores eligen para construir sus textos, tomando material de otros escritores, y establecer sus propias ficciones basadas en aquellas. Hay discusiones sobre si ese tipo de ficción es una de las características del posmodernismo o no lo es, o simplemente es material que interesa a otros escritores pero deja afuera a la gran mayoría de los lectores, o que es una mera tendencia que en algún momento desaparecerá.
Hay muchísimos casos que le deben a este modelo constructivo la esencia de su proyecto literario, y hay seguidores y detractores como siempre ocurre con toda escritura que despierta interés o perplejidad.
Me gusta, dentro de esa tendencia, un escritor al que admiro especialmente, tal vez porque ingresé a un mundo nuevo apenas leí sus primeros textos, me refiero a "Bartleby y compañía", su autor, Vila Matas, utiliza la característica de un personaje de un texto de Melville, Bartleby el escribiente, historia que a pesar de tener ya más de medio siglo, está siendo reeditada.
El personaje de esta historia, transcurre más que en el tiempo, transcurre en una frase, que con el tiempo ha adquirido fama de síndrome.
El personaje del texto de Melville, con carácter imperturbable y la frase: "preferiría no hacerlo", establece el recurso en que se desarrolla el extrañamiento de la historia. Pienso que la frase, aún sin leer el libro, despierta cierto grado de empatía con el personaje.
La astucia de Vila Matas ha tomado esa frase y evidentemente consustanciado con su espíritu, ha escrito su propio homenaje al autor de Bartleby reuniendo en ese libro imperdible a todos los autores que en su opinión por una u otra acción mostraron un rasgo en el que actuaron como el personaje de Melville.
Lo bueno que tiene ese volumen es que a su vez es una guía interesante sobre escritores de producción literaria muy seductora.
Una vez que lo leí, me aseguré de conseguir los libros y autores allí mencionados, y no me he arrepentido. Todos esos textos me mantuvieron dentro de una atmosfera idílica con la buena literatura.
Mientras que para el protagonista, la idea que lo mueve es "la mejor forma de vida es la más sencilla", el libro de Vila Matas, se concentra en el hecho de que es mejor no hacer, lo que sea que se supone que hay que hacer, que en el caso de los escritores es escribir, lo que plantea una paradoja desopilante pero real.
El texto de Melville, originalmente traducido por Borges, quién a su vez, emparentó la historia con Kafka, por último padre de Odradek, ya forma tres nodos, de los seis grados que dicen que conecta a una persona con cualquier otra, siendo que en este caso se trata de personajes de autores importantes.
En los aspectos literarios, estos grados son exhalaciones concurrentes. La buena literatura arma sus afluencias en espacios topográficos que, como los ciclos de Euler, responden a una geometría compleja.
Hay autores que marcan un camino natural como el hilo de Ariadna que conduce al minotauro, algunos lectores nos dejamos fascinar por el laberinto, hasta con cierto deseo de enfrentar a su milenario habitante.