Parecen preguntas y respuestas de Perogrullo, pero me parece que la predicción de la defunción del libro, de la defunción de la PC, y de la intención de convertir la noticia gratuita en noticia paga tiene origen y respuesta en el mismo origen.
La principal pregunta: para quién son los libros. Quién lee libros. Cuántos libros lee usted, lector de este artículo, por semana, mes o año.
Es insensato pensar que hay una respuesta en las librerías, pues obviamente desde el momento que una librería existe, presupone ventas, el tema es si esas ventas representan a qué grupo de lectores, ¿los que leen libros?, ¿los que leen noticias?, ¿ambos?
La realidad cotidiana, la que está fuera de las encuestas de opinión es que no sólo cada vez se lee menos –refiriéndose a que se leen menos libros-, sino que parece haber una tendencia a creer que leer en Internet suplanta la lectura de libros, presuponiendo que el grupo de lectores de libros que disminuye aumenta el grupo de lectores que leen en Internet.
La realidad es bien otra, los que leen libros son los mismos que los siguen leyendo, me refiero a los hermosos libros de autores que se prefieren, que se conocen por su nombre e incluso uno que otro dato biográfico.
Me refiero a leer por el placer de sentarse a tomar sol mientras se lee una novela de suspenso, o a la novela que se lee por las noches antes de dormir o a la novela que se lleva en el subte o en el ómnibus.
Ese eterno lector que está fuera de las encuestas y que compra ese librito, de vez en cuando, que no le pesa demasiado en su presupuesto o que lo tiene en cuenta, así como los fumadores consideran el gasto del cigarrillo sin pensarlo como quemado.
Ese lector, no lee en la computadora, porque leer un libro es un combo, viene de la mano de ese momento, de ese gesto, de ese hábito de convivir con una historia mientras se pierde del mundo que gira a su alrededor.
No conozco ni uno solo de esos lectores que diga que preferiría suplantar la lectura de ese libro en ese momento, por leer algo en Internet.
Un nuevo artefacto, el libro electrónico, el e-reader, parece indicado para suplantar al libro y acompañar al mismo acto descripto. Tal artilugio parece presentar seria presencia, cierta tendencia, es posible que algunos los adopten.
Sin embargo hay algunos problemas para cambiar el hábito de usar un libro en vez de un e-reader. En principio el contacto carnal; por alguna razón los lectores de libros establecen una relación de cercanía y placer con acariciar las hojas, con cargar el libro, con movilizarlo, olerlo, mantenerlo cerca, dar vuelta la hoja, hasta se usa como metáfora diaria.
No parece haber tal percepción del objeto con un e-reader, sino que por ahora parece todo lo contrario.
Luego está el manejo del e-reader, se necesita aprender a usarlo, aprehenderlo, enfrentar un conflicto con la fobia tecnológica contra la que lucha todo buen lector por encontrarla contraria a los hábitos de sencillez e inmediatez que implica llegar al libro, y sobre todo a la no necesidad de aprender nada para degustarlo.
Entonces, por qué hay empresas serias como Apple o Microsoft que apuntan a la lectura en Internet como el futuro de los negocios.
Parece curioso.
El hecho es que por ahora, los lectores de Internet son más que los lectores de libros, sencillamente porque no son los mismos y coinciden en poca proporción.
Los lectores de Internet leen noticias, no un buen libro de Vila-Matas, leen foros, blogs, Web 2.0, artículos o conclusiones que deben demorar unos minutos en leer y otros tantos en descartar.
Un libro en cambio, requiere de análisis, de entrecruzamiento de bibliotecas, de autores, de imaginación.
Es una paradoja, en Internet parece que es el monopolio de la imaginación, sin embargo es una imaginación diferente.
Personalmente estoy segura que será posible cobrar las noticias, se cobran los SMS que son mucho menos útiles y otros servicios telefónicos, cómo no se va a pagar por noticias.
Pero el libro, espero, seguirá siendo ese pasaje atreves del espejo, a un mundo en el que permanecemos incluidos, con todo el cuerpo, no sólo con los dedos que tocan el libro.
Los libros, son para eso, para los que queremos estar de ese lado de la hoja, en vez de solamente el otro lado de un teclado.
Soy una persona que vive del teclado, mi trabajo y desarrollo se debe a estos artilugios, sin embargo, es del libro del que obtengo las motivaciones para levantarme cada día y trabajar, porque es mi medio de conseguir el dinero que necesito para llegar a ese libro maravilloso.
Hay vidas extrañas, la mía consiste en usar Internet para conseguir los medios económicos para llegar a los libros, cuando justamente mis acciones son la clase de actividad en las que se basan las especulaciones sobre que Internet va a suplantar al libro.
En referencia al título de esta nota, para mí la respuesta es sencilla: lo libros se escriben para mí.