Porque es un ícono del feminismo, la autora británica porta las banderas de las luchas por los derechos de las mujeres; vive una especie de ranking con Simone Beauvoir, aunque son muy distintas como escritoras, las reúne el hecho de establecer consignas de corte, y propuestas de vida, con el poder femenino como horizonte.
Mientras la autora de la Mrs. Dalloway pudo desarrollar su talento en el racional mundo del Siglo de las luces, la lucha de la francesa convivía con la lucha marxista, más con problemas de clases que de sexo, o por lo menos ambas luchas.
Pero no se puede dejar de negar que la importancia de lo femenino, comenzó a ser una fuerza imparable, y que las mujeres que con su pluma empujan el horizonte local hasta ser internacional se convierten en íconos de su tiempo, más allá de la literatura, hasta convertir en indiferenciable uno u otro.
Sin embargo, no deja de ser paradójico que el activismo deje de lado los valores literarios y que sean más considerados los primeros, que los segundos, cuando son los segundos los que posibilitan los primeros.
Mientras que Simone vivía en correspondencia a la situación que predicaba, Virginia era de clase acomodada, convivía en relación a la discusión intelectual de la época, las luchas de la revolución femenina, no eran su realidad, sino más bien temáticas de sus textos.
Ambas escritoras, como la mayoría, revela su genealogía ideológica y construye su literatura y personajes según un punto de vista, ello no le suma importancia a la obra, cuando convive con luchas de la realidad de la época en que se disemina esa literatura.
En la actualidad las escritoras de esta época en que las luchas femeninas no se centran en la recuperación de los derechos, sino en la protección contra el femicidio, aún no hay ícono de escritoras femeninas, el peso de la irracionalidad del delito, no es aún de conciencia social, ya que al femicidio se llega, precisamente por un sistema de doble mano: por una parte la indiferencia de la mitad de la población: la masculina; por otra la reacción contra el derecho de las mujeres a hacer lo que deseen sin ser agredidas por los hombres.
Los delitos de este tipo infieren educación, estos hombres, que se creen con derecho a agredir a mujeres, fueron educados por mujeres. Esta terrible realidad, manifiesta acciones muy profundas: un cambio de paradigma en el orden del mundo: las mujeres somos peligrosas para la masculinidad y la educación de los hombres, desde las madres y la sociedad están sembrando cada vez más violencia contra la mujer, lejos de disminuir se potencia.
Cómo podrá la literatura dar cuenta de estos hechos; Virginia y Simone, centraron sus herramientas en discusiones intelectuales, en medios que las contenían y permitía discusiones, pero cuando hay hechos que cortan de cuajo a las mujeres, hay luchas por encima de la condición de la mujer, son hechos por encima de la condición humana, a la literatura parece quedarle grande el tema, o no alcanza para neutralizar los actos de violencia.
La sociedad tiene mucho que cambiar para encontrar la raíz del problema, que sin duda tiene componentes muy complejos, política, economía y fundamentalmente: educación.
A la literatura le queda un ancho camino para emular llegarle a Virginia, le queda lograr un ícono de libertad de la violencia contra la mujer.