Después del éxito de venta del Boom de literatura latinoamericana, el mercado ha dejado estatizado a los héroes de ese momento, nombres como Julio Cortázar el argentino, Carlos Fuentes, el mexicano, Gabriel García Márquez, colombiano entre otros. Los escritores latinoamericanos se vieron, de este modo y de repente, en un lugar que pareció que nunca se daría, eran leídos, comprendidos, adoptados; el recurso común de esa literatura, pareció ser que se interpretaba como una idiosincrasia latinoamericana y ello divertía a un gran público que empezó a consumirla.
Por un extraño fenómeno la asimilación de la temática o causas latinoamericanistas se acopló al interés del gusto occidental y europeo, el fenómeno se expandió, y pareció colocar en el mapa a escritores que antes eran consumidos en forma regional.
La atomización del universo creativo de escritores del Boom, no fue una escuela que continuó con el mismo entusiasmo, pero generó un movimiento interesante de escritores, que sin imitar, tomaron como modelo de escritura interesantes recursos que esos buenos escritores habían impuesto, en algunos casos, el realismo mágicos, con variantes, pero más preciso, una voz narradora, independiente de los recursos de narrador que imperaban en el momento, abrió el campo de representación en recursos referidos a narradores que produjo un sismo; lo que en principio tomó por sorpresa a los críticos pero que a la larga comenzó a valorarse, y a incorporarse al gusto de lectores de todas latitudes.
Los formatos de fragmentación y temática casi intimistas, relatos en apariencia geográfico, que descubren el mundo interior de los personajes, fueron algunas de la épicas historias que fueron desenrollándose entre los textos del Boom, fue un momento interesante en donde los detalles de vidas aparentemente insignificantes desarrollaban un sistema de relato que conseguía adhesiones y fanatismo, los personajes del Boom empezaron a circular con nombre propio, quién no conoce a La Maga, de Rayuela, a Buendía, de 100 años de soledad, los nombre revelaban a su vez su intervención como recurso literario.
Del Boom se ha dicho mucho, y como siempre, lo vendría después, la actualidad, siempre se va a comparar con ese fenómeno. La época actual ha cambiado sustancialmente, debido a la tecnología, los lectores de hoy, encuentren material de cualquier tipo, de manera muy fácil, durante el Boom, había que llegar a los lectores, las editoriales tenía diversidad de estrategias, el camino a los lectores era largo y a veces frustrante; en la actualidad, son los lectores los que alcanzan los contenidos, los textos, los libros, la circulación se ha vuelto inmanejable y masiva, hubo que crear poderosos sistemas para tratar de penetrar con material distintivo, pero extraños en el mundo literarios: las herramientas de análisis de tendencias.
Siempre hubo un sector de la literatura que con visión y objetivo de satisfacer al mercado consumista supo interpretar lo que algunos prefieren leer y escribir para ese mercado, algunos interpretan que lo comercial de la elección invalida el texto, el libro o el contenido. En mi opinión no es tan así, la percepción personal de lectura es solo eso, una percepción personal, lo cierto es que hay muy poco sobre uno de recursos en la elección general de lecturas y los que percibimos la diferencia, somos precisamente los escritores, entre el público hay muy buenos lectores que prefieren la literatura que deleita a otro escritor, pero en los números es indescifrable aún, la razón por la que los libros toman su camino de lo popular o no, es así que hay autores que son muy vendidos y que son aceptados, además por la buena literatura, por nombrar alguno, Vila-Matas, el español.
Pero lo que sí ha cambiado en el contexto actual, es la percepción asociada a los países, lo latinoamericano, parece que ha dejado de ser una clasificación lo suficientemente precisa, de manera que hay una tendencia a descartarla como clasificación, en su defecto, aparece la denominación literatura sudamericana, que parece reunir a menos países, y muy puntuales, Argentina, Chile, Uruguay, acaso Perú y Bolivia, aunque de éste último se conocen relativamente pocos autores que hayan traspasado las fronteras.
En este cambio, algo deben tener que ver los mismos escritores latinoamericanos, que vienen bregando con la idea de que decir que un texto es latinoamericano, ya lo encasilla, lo somete a un prejuicio; es posible que sea un poco la causa de la culturización de una palabra y su destierro, me pregunto.
Como fuera, la tendencia en la actualidad es a buscar por países, y cuando se desea ampliar el radio, la literatura sudamericana está en el centro del caldero.