Una de las características de la literatura actual, es la tematización de los recursos de la literatura, en ese sentido, se acusa a muchos autores de revelar el artificio y acometer el clima de la historia con ese truco, considerándolo un sistema de elisiones invasivo.
Dentro de ese proceso constructivo, hay escritores que llevan el recurso al máximo, como Salvador Elizondo, escritor y crítico literario mexicano, para los que gozan del juego narrativo, la novela Farabeuf, es una de mis preferidas.
En esta novela, la tematización de la literatura arma un juego con los procesos del mal, lo más destacado es la multiplicidad de puntos de vista, que desplaza la relevancia del relato centrista, logrando un sentimiento de angustia que se desplaza a lo largo de la narración y no suelta al lector.
En palabras de Elizondo, la intención de la novela es generar una cámara de sensaciones.
La novela es considerada la crónica de un instante, no poco novedoso, porque eliminar el tiempo en un texto extenso, es casi una obscenidad de talento y expresión en el artificio literario, al lograrlo se convierte en obra de arte.
En Farabeuf, el juego literario es el juego de un ritual, donde el azar y el erotismo escenificados se van acercando al orgasmo y a la muerte.
En Borges, nuestro escritor emblema, la materialidad se concentra en un momento anterior, en el momento en que se piensa el texto, o se plantea.
En El tema del traidor y del Heroe, Borges expone una narración de una narración, es la historia de cómo sería un cuento si el mismo se escribiera, narrado en primera persona, se sugiere un escritor, nos cuenta el narrador que ha imaginado un argumento en donde hay un misterio, e incluso nos dice que es un argumento inspirado en Chesterton, y con ello nos sumerge en el clima del misterio, ya que ese autor es conocido por escribir sobre misterios; de este modo, con la mención de diferentes nombres que hacen referencia a la literatura o a la ciencia, como el nombre Leibniz, nos va influyendo y sembrando la sugerencia sobre lo que cabe esperar de un texto imaginario, que no se nos cuenta, sino que se nos siembra.
En ambos escritores, como en otros, el hecho de revelar los recursos forma parte de un caudal narrativo al que adhieren muchos escritores actuales; el narrador, la forma en que se le ocurre contar a alguien algo, en qué se inspiró.
El efecto es lo que los formalistas rusos llaman “procedimiento”, y que no es otra cosa que una manera de provocar un quiebre en la construcción que el lector supone, un extrañamiento, un interés en colocar esas piezas que parecen rotas y componerlas en un relato secuencial, a la manera de esos rompecabezas que vienen con las piezas alteradas en orden y se cuenta cómo se pensaron, en vez de mostrarnos el cuadro armado.
Algunos se sienten agobiados con este tipo de narración, y mi impresión es que el gran logro de estos textos es que producen eso, porque se parecen inapelablemente a la vida, los narradores de ese tipo de texto nos explica sus intenciones, nos hacen partícipe de sus vacilaciones, nos lo muestra humano, tratando de organizar el relato y sobre todo dándonos la impresión de ir construyéndolo mientras va narrándolo.
A los lectores nos queda la impresión de haber participado de la forma en que se va a escribir una historia, e incluso, nos sentimos identificados con la incertidumbre del narrador.
En suma, la idealización sobre el relato escrito como una forma de narrar ya transitada y de la que no hay nada nuevo que decir, es quizás un horizonte inexistente, algunos escritores nos sorprenden con una forma en los procesos narrativos que si bien en principio son recibidos con cierta distancia, con el tiempo, definen sus objetivos, conformando una forma en el proceso de escritura donde es la propia forma la tematización.
A mi modo de ver, Farabeuf, es una de las novelas que lleva al extremo y con éxito, este concepto constructivo, aunque ya otros escritores lo precedieron e incluso muchos otros lo acompañan en el uso del procedimiento.
La narrativa moderna contempla muchos modos de expresión y sin duda éste genera una riqueza de significantes que no podía pasar desapercibido como procedimiento innovador en la narrativa actual.
