Es un placer compartir las lecturas que acompañaron mi año, me encantaría coincidir con ustedes en algunas y que me aportaran comentarios.
El orden no es más que una antojo de mi memoria que suele improvisar y no una sugerencia por calidad o preferencia. Me gustaron todos, y es posible que me olvide más de uno, sobre todo si los leí a principio del 2011. En algunos casos los primeros son los últimos que leí.
“Azul cuervo”, Adriana Lisboa (me encantó, qué lástima que no hay otra de sus obras traducidas al español y que se vendan en Argentina).
“los trabajadores del frio”, “el intervalo”, “Ritmo vegetativo”, Ramiro Quintana
“Sólo los elefantes encuentran mandrágora “, Armonía Somers
“Piquito de oro”, Gustavo Ferreyra.
“Los ídolos a nado”, Carlos Monsiváis.
“El ruido de las cosas al caer”, Juan Gabriel Vásquez (de este autor había leído, el informante, que me aburrió un poco, casi no compro este otro por eso, pero un amigo me insistió y no lo lamenté, me gustó este otro).
“La comemadre”, Roque Larraquy (impresionante)
“Cuentas pendientes”, Martín Kohan.
“Los cuatro elementos”, Feiling.
“El otro Joyce”, Roberto Ferro.
“Fernandez mata a Fernandez” ,“Más liviano que el aire” , Federico Jeanmarie.
“el animal en la piedra”, Daniela Tarazona.
“Balada”. Marcelo Cohen.
“El marinero de Gibraltar”, Margueritte Duras
“El común olvido”, Sylvia Molloy.
“Un año”, Jean Echenoz.
“Trampa de luz”, Matías Capelli
“Emaús”, “Océano mar”, Alessandro Baricco.
“Casi nunca”, “A la vista”, Daniel Sada (qué pena me dio su fallecimiento, una gran pérdida para la literatura y sus lectores)
“El espía”, Justo Navarro
“La máquina de matar lectores”, “El escritor perdido”, Cesar Franco y Carlos Luis
“Bloyd”, “Hamlet & Hamlet”, Liliana Heer
“El loro de Flaubert”, Julian Barnes.
Seguro me dejé alguno que no recuerdo.
Me he tragado unos cuantos más que no valieron la pena, pero fue uno de los años más productivos en cuanto a lecturas interesantes, lo cual me genera una esperanza enorme en las perspectivas de la literatura latinoamericana.
También leí de nuevo por circunstancias diversas viejos libros que bajo la luz de neuronas perdidos o recuperadas o reformadas disfruté mucho más que la primera vez:
“Los detectives salvajes” de Roberto Bolaño, “El disparo de Argón”, Juan Villoro