En la escritura moderna, es cada vez más habitual, y es casi un género, la relación entre un texto y otros textos de otros autores, ya sea sobre los personajes, temática, género, e incluye la intervención de los autores de esos textos en algunos casos.
Es habitual encontrar el rastro de un autor en ciertas escrituras; en Borges, él mismo admitía, se puede encontrar la traza del admirado Macedonio Fernandez, y muchos admiten que sin esa huella no hubiera, tal vez, existido Borges.
El palimpsesto, es otra forma de escritura.
La palabra hace referencia al medio en que se resguardaba la palabra escrita en el medioevo: el pergamino; se fabricaba del cuero de un animal que luego de un proceso permitía disponer de un elemento útil para la escritura. Como su elaboración era compleja, además de que era necesario sacrificar animales y disponer de la piel del animal para una actividad que no sería más que de utilidad para los intelectuales del medioevo, no había disponibilidad en abundancia, de manera que era común la reutilización del material.
Al raspar un pergamino para solapar un nuevo texto sobre él, la escritura anterior quedaba de este modo superpuesta por otro, este intento de sustitución, escondía un texto al que se llama palimpsesto.
El término es retomado por la retórica literaria, el palimpsesto: una literatura que se alimenta de otras escrituras y funda su sentido en textos previos.
Es una forma en la que la historia, la ficción y la imaginación se disuelven formando un nuevo relato, en el que es posible, en detalles, encontrar su rastro, o su relación textual con otras propuestas.
La literatura parece estar cada vez más cerca de reforzar la identidad, el signo o representación de una realidad que reflejada como en un espejo da cuenta de la ficción, como si se hubieran invertido los roles entre lo que se considera un relato histórico y un relato ficcional.
El relato que se presenta como palimpsesto es de una forma híbrida, situado entre la tradición de un relato posiblemente histórico, posiblemente de apropiación o asimilación de otros relatos, de los cuales adquiere connotaciones que pueden tener ingerencia en la dificultad de clasificación del género y resignifica el relato en diversos aspectos.
Coloca al texto bajo la sospecha de metatextualidad, o la relación inseparable que un texto presenta respecto a otro y que exhibe ecos explícitos o sugerentes de otro texto, en relación a voces, al género y otros aspectos; entrelazando tiempo, culturas, voces, contenidos, connotaciones, en un proceso constructivo del sentido, y que bajo la idea de no ocultar esa huella o rastro, por el contrario, resignifica un texto diversificando su sentido.
Entre otros, el procedimiento de la ostensión, procedimiento semiótico que aporta teóricamente a la comprensión de estos procesos de individualización del rastro o la huella de otro texto, según el cual la expresión destaca las claves de uno o varios pequeños o grandes sentidos de un texto que se diversifica en su significado.
Dentro de este marco, como comenté en el artículo sobre Literatura autorreferencial, hacer literatura de la literatura, recurso que encuentra en escritores como Juan Carlos Onetti, en la que exponer deliberadamente el artificio es un procedimiento que resignifica su obra.
En la novela de Onetti, La Vida breve, un personaje expresa en pensamientos la narración de una obra en curso, narración que expone el más alto nivel de relación entre la ficción y realidad y recursos constructivos: por ejemplo, el personaje Díaz Grey explícitamente expresa tener conciencia de su condición de personaje y admite que la única realidad es la textual: El personaje mismo reconoce su inexistencia, solapándose la realidad del personaje imaginado con el autor-narrador que lo imagina, estableciéndose de ese modo la naturaleza del palimpsesto en el recurso.
Bajo algunos aspectos pareciera que los grandes temas están agotados y el único argumento que queda es el del drama cotidiano donde la vida humana es una repetición de las repeticiones; luego, parece como si la perspectiva literaria, estuviera volviendo sobre sí misma, tematizando los artificios constructivos como modo de creación de un nuevo matiz de la literatura.
Los escritores Juan Carlos Onetti, Juan José Saer, Enrique Vila-Matas, José Emilio Pacheco, Sergio Pitol, Roberto Bolaño, Ricardo Piglia, son algunos de los más conocidos exponentes de esta nueva forma de narrar; sus obras son las más asediadas por el proceso de la crítica por ser, justamente, inagotable fuente de análisis.
Demás está decir que en el estudio de sus obras se encuentra un interesante abanico de opciones en recursos, muy útiles a la hora de elegir convertirse en escritor.