La novedad editorial del año, El Otro Joyce, novela inclasificable se puede ya encontrar en las librerías.
Este texto es una novedad entre los de este escritor, ya que es una novela, siento su autor, Roberto Ferro, más conocido por sus libros de poemas o crítica literaria.
Lo inclasificable del libro se condensa entre la forma y desarrollo de la trama, y la palabra escrita.
En la novela se identifica la fecha y los personajes, así como la acción que trata de una investigación en dos direcciones, la búsqueda de un libro, y la búsqueda de un sentido.
El protagonista, Cáceres y su particular estrabismo son puestas en escena de una forma de presentación y también de búsquedas, hay una sugerencia de dos formas de ver esta historia, dos miradas, dos narradores.
El protagonista escribe sobre los casos que coincidieron en su rol de investigador, en una época nefasta de nuestra historia, y lo que no puede dejar de narrar son precisamente los recursos que delimitan el género de la novela; escrita en forma de ensayo a veces, en forma de policial, el uso de la elisión y los saltos en la memoria configuran un plano abstracto del relato en donde la metaliteratura revela el sentido.
Confluyen personajes literarios y políticos, porque la historia es un juego de apariencias de dos mundos, la política y la literatura; en lo político, Cáceres, el protagonista forma parte de una construcción y un develamiento, en lo literario, forma parte de una búsqueda que decanta en enigma.
El entrecruzamiento de estos dos aspectos confluyen en una escritura perversa que se solaza en informar al lector permanentemente del recurso con que se arma o desarma el misterio y de las diferencias con el enigma y a través de voces de personajes e historias literarias es cómo se llega al final de la trama.
La novela está atravesada por anécdotas de escritores reconocidos, sus textos y personajes, Bajarlía, Onetti, Arlt, Pessoa, Borges, entre otros ypor supuesto Joyce; y por políticos e historias propias de Argentina. En ambos la construcción es la del enigma, no siempre su develamiento.
El otro Joyce es una novela ambigua, establece un género en el que la forma escrita y el contenido se fagocitan entre sí hasta que no se puede distinguir cual es la forma y cual el fondo, el misterio o el enigma no prevalecen en la anécdota, sino en la forma constructiva que en fragmentos se convierten en verdaderos discursos de literatura puestos en escena. Narrada en forma concéntrica, con referencias a sí misma, esta novela coloca al lector en la difícil posición de perderse dentro de ella como en un laberinto de las formas que revelan el recurso que se pone revela en cada capítulo.
El tema del doble, ya desde el título, indudable homenaje a Borges, parece el leiv motiv de esta novela en la que la duplicación es llevada al extremo, como señalando la misma representación de la palabra y su significado, la duplicidad atraviesa al libro en toda su extensión; el juego de apariencias y reinvenciones se recrean permanentemente asediando la lectura sin permitirle bajar la guardia al lector.
Lectura del tipo que se recrea, no es posible leer esta novela sin insistir en intentarlo al menos dos veces, es una propuesta irreverente, que punza con la forma escrita el género, se revela contra el canon del género, lo resignifica, lo transgrede, lo pervierte hasta romper el código de lectura que parece reservado para una elite que pretende ordenar los modos de lectura o escritura del género.
De esta novela lo que más perturba es la permanente basculación entre el fondo y la forma hasta que no se puede decidir qué es lo que predomina o dónde está el sentido de la obra.
Tengo la impresión que es una obra que va a fragmentar a los lectores, los que buscarán la forma literaria, pura del género, los que se incorporarán a la propuesta lúdica y se internarán en el laberinto sin la expectativa de transitar un género reconocible, sino simplemente se dejarán llevar por una experiencia nueva, un lenguaje agudo y sobre todo: un desafío descomunal.