Es innegable que la tecnología es un agente de transformación importante en la literatura, no sólo por la facilidad de propagación de textos o autores, sino por las formas y tratamiento de las estructuras literarias, tal vez de géneros.
El género literario es un sistema que intenta la clasificación de obras escritas de acuerdo a criterios semánticos, sintácticos, fónicos, discursivos, formales, contextuales, situacionales o de cualquier índole que utilicen la forma escrita.
Siempre que se habla de clasificación se está diciendo que se coloca una cota imaginaria a un conjunto de estrategias discursivas y se las asemeja o compara con un grupo al cual se le da ciertos nombres.
No hay mucho que explicar cuando se dice género novela, o género cuento, aunque en realidad, puestos a definir con exactitud los límites se disuelven.
Los nuevos medios de difusión, el blog, las Web 2.0, los foros literarios e incluso los pequeños discursitos de Twitter o el chat, promueven una serie de recursos de escritura con normas y propuestas completamente diferentes e innovadoras.
El blog, por ejemplo (Revista literaria: metaliteraturameta.blogspot.com ) , cuyo propósito más inexacto es “diario personal” o su más acertado: “bitácora personal”, es un servicio en el que se supone que una persona puede escribir como si fuera un diario, pero en público, un concepto que confunde un poco el propósito del género diario en su significación.
Lo cierto es que siempre hubo grandes discusiones sobre las razones por las que se escriben los diarios, si para que se lean en un futuro, si para plasmar pensamientos privados en vez de ir a un confesionario, en fin, razones varias; el caso es que la realidad muestra que usando la palabra escrita su destino más obvio es ser leído, por lo tanto las normas literarias son aplicables como en cualquier otro género.
Las Web 2.0 (publicación de artículos, notas, comentarios: www.sintagmas.com.ar ) , vienen a ser un espacio más abierto, ya no se circunscribe a un solo autor, sino a varios. Cualquiera puede participar y lo más interesante: cualquiera puede comentar sobre lo que otros han escrito.
Ambos medios han abierto una brecha interesante en la definición del género.
Lo usual en los Web 2.0, es establecer una forma escrita en donde se comenta sobre un tema, pero con la expectativa de que será comentado por otros, a favor o en contra, en ningún caso indiferente, lo cual plantea una especie de subgénero: el comentario.
En el comentario el artificio más visible es la aprobación o el rechazo pero encubiertamente, para quien puede advertirlo, una oportunidad de aportar al texto que lo motiva, ya sea como complemento ya sea como intervención.
Lo destacable en ambos, el blog, la Web 2.0, es la no necesidad de argumentación, en ambos medios, el Blog o el chat, lo inacabado es una condición, las cosas ocurren en el transcurrir, se escribe sobre ellas sin más exhibición que el destacar la visión personal, lo que se plantea es un transcurso transversal de la visión de la vida, preocupaciones personales, sin jerarquías, convive la domesticidad más simple de momentos con comentarios sobre hechos de impacto general, sin que haya un propósito concreto o especulativo.
Los autores no son escritores, en lo usual, dando por hecho que ser autor no es lo mismo que ser escritor, aunque ambos usen una Web 2.0 o blogs para escribir y a veces sí coincidan.
Subyace en el discurso de negación una declaración de derechos o principios que ya es propio del género nuevo: excusarse de conocer toda norma de escritura, canon literario e incluso aspectos gramaticales u ortográficos, como si fueran aspectos que impiden la escritura.
Parece una declaración de que la negación que esas normas impiden expresarse o darse a entender, enfrentando el sinsentido de creer que cualquier cosa, escrita de cualquier manera trasmite exactamente lo que el escritor quiere decir, negando con ello todo el andamiaje gramatical como modo de, justamente, darse a entender mediante reglas comunes en todo lenguaje.
Este nuevo paradigma se niega a admitir que el instrumento: la escritura, forme parte de un corpus teórico importante que permite otras visiones.
Al participante de este nuevo género se suele nominar de diversas maneras: “colitestos” es el más común, pues hace referencia a la coparticipación en listas o grupos; bloguero, es otro de los términos que se usan, aunque esta última locución involucra actividades de otro tenor, no de escritura solamente, sino de actividades mezcladas con lo económico.
En la mayoría de los casos se nombran con una deformación sustantivada del nombre del sitio que los acoge: Sintagmáticos, si pertenecen al sitio Sintagmas.com.ar.
La Generación Web 2.0, que incluye la de blogs, participación ciudadana, periodistas ciudadanos, redes sociales, se compone de una amplia gama de discursos y formas escritas, pero en todas subyacen algunas condiciones comunes: el discurso abierto al diálogo escrito, inesperado y sorpresivo con otro participante, la posibilidad de ser citado en otros sitio de igual actividad, la proliferación del subgénero comentario que a su vez genera un discurso degenerativo, desviado o relacionado con otros textos o la introducción ajena de un texto un autor, convirtiéndose en obras colectivas, según el tipo de comentario.
Por sobre todo, en algunos notables casos, estos géneros nuevos permiten el surgimiento de escritores, en algunos casos invisibles, que se exponen de esta manera a la mirada de un lector ecléctico, potencialmente manifiesto, y a un despliegue instantáneo de respuestas en un diálogo abierto entre un texto y su lector.
Por lo pronto parece un hecho que esta nueva Generación Web 2.0 ha venido para quedarse.