El hecho de habernos diseminado en el mundo virtual, mediante el uso del nick, y la posibilidad que presenta de clonarnos en muchos otros nicks, no tiene siquiera un origen en Internet.
Uno, y no el único, de los antecesores de esta práctica fue el escritor Thomas Chatterton, experto en el área de falsificar personajes; su objeto del deseo no eran los votos en un post, o la tapa de una publicación, sino un producto mucho más complejo: la falsificación de una prodigiosa obra literaria que ha mantenido confundido a muchos eruditos, durante mucho más tiempo que la propia vida del autor, que murió a los 18 años, quitándose la vida él mismo.
Se entiende por falsificación literaria a un texto que se expone como original, cuando no lo es, a veces esa acción se confunde con un plagio, pero no son lo mismo.
En un plagio el contenido es obviamente de otro autor, en una falsificación un autor intenta representar a otro, imitando estilo, métodos, utiliza sus mismos giros literarios, temática, marcas de lenguaje y todo lo necesario para hacer pasar un texto como de otro autor.
Las razones que impulsan esta actitud es compleja de definir, pues es necesario talento para poder realizar una falsificación literaria. No se entiende que alguien antes de los 18 años pudiera llevar a cabo, con éxito, una empresa de esa naturaleza y no haya aprovechado ese talento para ser un escritor con nombre propio.
Se diría en el siglo actual que tales actividades posiblemente se sostienen con un fin comercial, tal así los escritores llamados Ghost Writer, Escritor Fantasmas, o Escritor Negro, escritores que escriben para otros, por razones de fama.
Un caso muy difundido es Bucay, que como todos saben utilizaba los servicios de un escritor Ghost. El supuesto autor, disponía de un programa televisivo en el cual desarrollaba el tema de sus libros, como si los hubiera escrito personalmente.
Cuenta la leyenda que un día Bucay se levantó iluminado y se le ocurrió la maravillosa idea de que sus libros se vendían gracias a él y no al contenido del libro, que era del autor, y tomó la decisión de anunciarle a “su” Ghost que sería removido de su cargo, que escribiera el último libro, pues los que vinieren los escribiría él mismo. Concluye la leyenda que, el autor real, viéndose desplazado injustamente, decidió escribir el mejor libro de todos: uno completamente plagiado de otro autor, también muy conocido. En ese acto hubo una muy buena especulación: Bucay no leía nada que no fuera sus propias falsas palabras y por ello no podía sospechar el plagio. El resto es historia conocida, se supo en cuanto estuvo el libro en la calle, que era un plagio. Bucay para salvarse del estigma del plagio, tuvo que confesar el estigma de no ser escritor.
Esta digresión, surgió porque quería expresar una completa diferenciación de esos casos con el que comento aquí.
Chatterton a los once años compuso la égloga Eleonure y Juga. Una égloga, para los distraídos, es un tipo de género, algunos dicen subgénero, de la poesía lírica que propone un diálogo entre personajes, generalmente bucólicos, con la estructura de una pieza teatral, propias del Renacimiento en donde el amor es el tema principal y por consecuencia el drama. A su vez, la poesía lírica es un género literario en el que el autor quiere expresar todos sus sentimientos y emociones respecto al objeto de inspiración; en la antigua Grecia se expresaba mediante un canto acompañado de una lira, y de ahí el origen de su nombre; su forma habitual es el verso y un narrador en primera persona. El presente, pasado y futuro se confunden, pero son explícitos y su objetivo es comunicar las más íntimas vivencias del autor, lo subjetivo, el estado anímico especial que deviene de un estado amoroso particular.
Con esto quiero señalar que a los 11 años, Chatterton podía diferenciar perfectamente los géneros, comprendiendo y expresando la naturaleza del amor, reflejándola y relacionándola con el drama, imitar modelos narrativos, estilístico, falso papel original utilizado y además fingir con los adultos que se trataba de un viejo manuscrito del siglo XV, falsificando la figura del autor representada por un monje Medieval al que le dio el nombre de Thomas Rowler, es una prodigio en sí mismo.
De esta manera el autor se convirtió en uno de los primeros heterónimos de la historia.
Por heterónimo se entiende el autor ficticio que es también personaje y del que se valen ciertos autores reales, para crear una obra literaria paralela o distinta a la suya, no hay que confundir estos términos con los seudónimos, que son personas con personalidad definida e incluso una biografía inventada; se considera seudónimos a nombres falsos con los cuales se firma una obra sin que intervengan directamente en ésta.
Actualmente el término seudónimo o heterónimo, puede encontrarse en discusión respecto a las actividades que se desarrollan con los nick`s.